Que el sexo une a la pareja y también la separa es una realidad que se ha vivido desde las primeras civilizaciones. El mito de Lilith lo demuestra, ya que ella fue la primera mujer de Adán, quien lo dejó porque él no quiso cambiar de postura sexual.
Este mito ha tenido repercusiones en la vida sexual de las mujeres desde hace cientos de años. Las mujeres han desarrollado misoginia entre ellas, se han quitado la autoestima y han desarrollado sumisión frente a los hombres.
Primero hay que entender que los mitos son historias que dan explicaciones sobre los temas que nos inquietan. Lilith fue considerada como un demonio, casi desaparecida por reclamar su derecho a la igualdad y exigir una postura sexual en la que ella no estuviera bajo el hombre.
Lilith fue la primera mujer en abandonar a un hombre, y en dejar el paraíso por su voluntad; la humanista Elisa Quejeiro desentrañó el mito en el libro “Las hijas de Eva y Lilith”, dándonos a conocer cuáles conductas son las que este mito ha afectado en el empoderamiento de la mujer.
Lilith, según las investigaciones, fue creada al mismo tiempo que Adán, con las mismas condiciones y bajo las mismas bendiciones; la Biblia menciona “varón y mujer los creó” en el Génesis (1:27-27), 25 versículos antes de la creación de Eva, quien salió de la costilla de Adán cuando éste se sintió solo (después de que Lilith lo abandonó) y le pidió una compañera a Dios.
Consciente de la igualdad que Dios les ha conferido (incluida la sexual), Lilith se cansa de que Adán siempre yace sobre ella, y le pide cambiar de posición sexual para gozar del mismo placer que él, pero Adán se negó. Al ver que no cedía, ella decide pronunciar el nombre de Dios (que estaba prohibido) y dejar al hombre que no la consideraba su igual y ese poder la sacó del Edén.
El mito dice que se fue cerca del mar Muerto, donde moraban los demonios, y por ello, ella se vuelve uno. Así empezó la carga ideológica negativa hacia ella, pues la idea de una mujer rebelde, capaz de ejercer sus derechos, asumirse como igual y aceptar sus consecuencias iba contra la ideología patriarcal.
Lilith era hermosa, una pelirroja sensual, segura sí misma, libre sexualmente. La ausencia de esta figura de poder borró de las explicaciones míticas la posibilidad de ver a la mujer con respeto e igualdad, la mujer que se atreve, desde entonces, es mal vista, las sensuales son criticadas y censuradas; la libertad sexual de la mujer se extinguió y hasta las pelirrojas fueron estigmatizadas como fogosas.
Según Quejeiros, la mujer de hoy despierta a la Lilith que lleva dentro, vive su sexualidad con libertad, exige respeto a sus deseos y a su vida, deja al hombre que la somete y busca, lejos del confort, su realización dentro de la creación divina.
