El misterio de la atracción sexual es un tema que jamás se agota; no en vano teorías de todas las disciplinas, como la biologicista o la evolucionista, incluyen el tema en sus investigaciones.
Así, entre sicólogos defensores de cada teoría científica aceptan que la atracción sexual está influida tanto por aspectos biológicos como sociales y que, por tanto, ambos planteamientos integran la forma en que nos sentimos atraídos por otras personas, según el doctor Noam Shpancer, profesor de la Otterbein University.
En pleno siglo XXI, las leyes de la atracción con la que más gente de ciencia esté de acuerdo aborda cinco puntos:
1. Ley de la familiaridad. Dicen que el roce hace el cariño; si no hay un contacto frecuente con la persona, es imposible enamorarse de ella y mucho menos pensar en la posibilidad de ser su pareja. Mientras más tiempo pasamos cerca de una persona más posibilidades hay de que nos guste, incluso si de un principio nos pareció rechazable.
2. Ley de la atracción física Esta es otra condición, si jamás se despertó la química entre la persona y nosotros, por más tiempo que pasemos cerca de ella, si no nos gusta probablemente jamás nos gustará. Y sí, el físico influye de manera determinante. La cruda realidad es que nadie está dispuesto a pasar sus días con una persona que físicamente la considere repelente.
3. Ley de la personalidad. De acuerdo con las investigaciones se han identificado dos rasgos de personalidad que hacen a una persona particularmente atractiva: la competencia, es decir, el nivel de inteligencia y habilidades sociales de una persona; y su calidez, es decir, su capacidad para ser cercana y cariñosa. Si eres sabio y afectuoso ligarás con más facilidad.
4. Ley de la proximidad. A pesar de que hay evidencias de amores a distancia, muchas veces fracasan estrepitosamente si después de cierto tiempo las parejas no se reúnen de nuevo. Lo habitual es que escojamos como pareja a alguien que tengamos cerca, al que podamos ver si no a diario, casi, pues es lo más sencillo para ambas partes.
5. Ley de la semejanza. Los estudios no dejan lugar a dudas: nos atraen las personas que son como nosotros. Se rompe el mito de que “las diferencias se atraen” y queda comprobado que “dos para quererse tienen que parecerse”. Es cierto que nuestra pareja no tiene por qué ser exactamente igual, pero al menos tiene que compartir ciertas aficiones, valores e inquietudes. Al elegir ente varias personas (como lo hacemos todos) preferimos a alguien que tenga cosas en común, que a una persona que sea muy distinta.
No todo está destinado. Estas cinco leyes operan por igual en hombres y mujeres. Influyen en la elección de los candidatos, pero no determinan la decisión final, ya que interviene también un proceso interno subjetivo, oscuro, caprichoso y totalmente alejado de la razón, la evolución, la presión cultural y nuestros planes e intenciones.