Si algo nos afecta, cuando las relaciones amorosas terminan, es saber o conocer de la nueva pareja del ex o de la ex, y es que lo primero que nos viene a la mente es el comparativo entre esa persona y uno.
La mayoría de las nuevas parejas, a nuestro parecer, está por debajo de nosotros, y eso nos hace expresarnos mal de ellos o por lo menos experimentar sentimientos encontrados.
El escritor español Javier Marías, en su novela ‘Mañana en la batalla piensa en mí’, aplicó el término de conyacente a la relación que existe entre nosotros y las nueva pareja en turno del nuestros ex.
En términos más comunes y corrientes es ser “socios de cama”, ya que hay algo que se comparte entre ellos y nosotros, un vínculo que se establece y es el de la intimidad y los “secretos de la cama, donde somos quienes somos”.
La lingüista María del Pilar Montes de Oca opinó sobre esto: “a mí me da no sé qué cuando veo por ahí a algunos de mis ex que andan con tipas —entre mediotontonas y mediobuenonas— sin escrúpulos ni cerebro. Siento entre grima, rabia y sentimientos encontrados al pensar que si él puede andar con una mujer así´ que yo desprecio, entonces, ¿dónde quedo yo?
Es decir, ¿también soy despreciable? ¿Cómo pudo pasar de mí a ella? ¿En qué estaba yo pensando al andar con él? O, peor aún, ¿qué veía él en mí? ¿Por qué andaba conmigo?
Lo que sexualmente sabe uno del otro nos hace aprender y ser los amantes que somos: No en vano, cuando alguna de las partes de la pareja innova en la cama, llega a ser hasta sospechoso y no pocas veces pasa por la cabeza la pregunta: “¿dónde aprendió eso?”.
Además, no pocas veces la nueva pareja sabrá nuestra intimidad por referencias de la pareja que se comparte, que fue nuestra y ahora es suya. Todo esto sin contar los contagios de enfermedades sexuales que esta cadena lleva.
De aquí que esa persona, de la que muchas veces hablamos mal y nos genera desagrado, lleva parte de nuestra historia como si fuera otro miembro de la familia y llega a saber más de nosotros de lo que uno se atreviera a imaginar.
Javier Marías afirma que esta “sociedad de cama” trae dos tipos de consecuencias: Una es la negación, que se da cuando se pretende tapar el tema al considerar al “socio o socia” como alguien inferior en casta o inteligencia.
O la afirmación, cuando la persona lo acepta contentísima, pues esa “socia o socio” es alguien superior, como cuando alguien se casa con la ex esposa de un político notable, un millonario exitoso o alguien famoso.
¿A quién le molestaría decir que su ex pareja es el esposo o esposa de una celebridad o de un millonario? En este caso, este tipo de elecciones nos dan de manera indirecta una “ayudadita” social, más cuando hay hijos de por medio, pues el vínculo es todavía más cercano.
Imaginemos que podemos decir: “mis hijos van todos los fines de semana a casa de Eva Longoria, su padre, mi ex marido, se casó con ella”.
Esto parece muy poco probable, pero en esta teoría de los
conyacentes, nada es imposible y es que tiene una base científica con la teoría de los seis grados, inicialmente propuesta en 1930 por el escritor húngaro Frigyes Karinthy, quien demostró que el número de conocidos de una persona crece en un ritmo que aumenta cada vez más rápido con el número de enlaces que forman su cadena de relaciones humanas, y sólo un pequeño número de enlaces (6 personas) son necesarios para que el conjunto de conocidos se convierta en la población humana entera.
Es decir, hoy el 99.6% de las parejas de usuarios de Facebook están conectados por cinco grados (cinco personas que conocen en común) y el 92% lo hace a través de cuatro. Según la red social, hoy con cuatro contactos, dos usuarios “inalcanzables” pueden conectarse. Investigadores de la Universidad de Milán comprobaron que la teoría se reduce si se limita a un país. Así, el número de pasos para conectar a dos usuarios que parece imposible que se conozcan se limita a tres.