Son muchas las personas que controlan la diabetes con inyecciones de insulina y deben saber la técnica correcta de picarse y asegurarse de no reusar las agujas, nos cuenta la educadora en diabetes, Ana Laura Segundo.
La batalla contra esta enfermedad tiene varios frentes, todos comandados por los médicos especializados, que son los encargados de recetar los fármacos adecuados y marcar las dietas correctas.
Inyecciones vitales. Hay pacientes que —bajo órdenes médicas— deben controlar la diabetes con insulina y tienen que aprender la técnica de inyección y que las agujas y jeringas no se usan más de una vez. Y agrega que es tan importante como el tipo de insulina y la dosis suministrada para cada paciente.
“El manejo óptimo de esta técnica abarca una serie de beneficios como: menor riesgo de inyección intramuscular, disminución de lipodistrofias en la zona de inyección, efectividad en la absorción de la insulina, entre otros beneficios para la salud del paciente”.
En su campo de acción, sostiene que a pesar de los mitos, la insulina es uno de los tratamientos más efectivos para controlar los niveles de glucosa en sangre.
Pero, alerta: el miedo a las inyecciones y la utilización de agujas largas son factores primarios que obstaculizan el control de la enfermedad, “por lo anterior, educadoras y profesionales de la salud, recomiendan hacer uso de agujas cortas y delgadas como BD Ultra Fine”.
Finas armas de salud. Laura Segundo indica que estas agujas para insulina están diseñadas con una punta finamente esculpida y un perfil más delgado que ayuda a penetrar la piel con menos fuerza, lo cual disminuye significativamente el dolor y la molestia al momento de la aplicación de insulina.
Las herramientas brindan una mejor calidad de vida a las personas que se inyectan insulina con dispositivos tipo pluma, lo cual contribuye de manera importante a la adherencia al tratamiento, por proporcionar inyecciones menos traumáticas.
Los especialistas sugieren que se tomen acciones que ayuden a controlar y prevenir esta enfermedad para que no siga afectando a más gente.
En México, desde el 2012, según la Encuesta Nacional de Salud, el 9.2% de la población mayor de 20 años vive con esta enfermedad.
