El cuidado de la salud visual de los niños debe comenzar al primer año de vida, ya que al nacer, los ojos y cerebro de los bebés comienzan un proceso de maduración que termina de completarse hacia los siete años.
Es entonces que se alcanza la máxima capacidad de visión y la habilidad de “interpretar” lo que se ve, indican expertos del Consejo Optometría México.
Buena vista en la vida. La optometrista Liliana Pérez Peralta explica: “Cada niño desarrolla diferentes habilidades respecto de cada uno de sus sentidos a medida que va creciendo. En el desarrollo de la visión, el primer año de vida del bebé es fundamental”.
La especialista dice que es importante que los adultos sean sensibles a la experiencia de cómo el pequeño comienza a percibir su entorno:
Durante los primeros dos meses de vida, el bebé sólo es capaz de ver altos contrastes en blanco, negro y tonalidades de grises. Aún así puede reconocer el rostro de su madre: el contraste de sus facciones, cómo el contorno del rostro, ojos, nariz y boca, llama su atención.
A partir del tercer mes de vida y hasta el sexto, la visión del bebé mejora lo suficiente como para permitirle tomar objetos, observarlos y clasificarlos.
Alrededor del quinto mes, el bebé se sienta solo y eso le ayuda a rastrear objetos que se encuentran a su alrededor.
Al sexto mes inicia la coordinación binocular, con lo cual el bebé adquiere una visión tridimensional al lograr unir la imagen del ojo derecho con la del ojo izquierdo.
A los 12 meses, al coincidir con el momento de aprender a caminar, la visión se encuentra completamente desarrollada.
Para emergencias. Hay algunas técnicas básicas para saber si es necesario acudir a consulta con un optometrista, señala Liliana Pérez Peralta:
Visión: desde etapas muy tempranas, el niño comienza a conocer su mundo a través de la visión, de modo que el interés al mirar con atención el rostro de sus padres, juguetes y manos es sinónimo de un correcto funcionamiento visual.
Tapar un ojo: al colocar la mano delante del ojo sin tocarlo y luego repetir el procedimiento con el otro ojo, un niño con problemas visuales toleraría que se le tapara un ojo con mala visión (incluso quizá no lo notaria); sin embargo, una respuesta normal es el rechazo o disgusto a “no dejarlo ver”.
Alineación de los ojos: la mayoría de los recién nacidos tienen una forma innata de coordinación visual que permite que los ojos no estén desviados.