El bótox tiene fama como fórmula estética que ayuda a borrar arrugas y mejorar la apariencia; su nombre científico es toxina botulínica y hay quienes tienen duda sobre lo bien que deja el rostro.
Alina Bridges, especialista en Dermatología de Mayo Clinic, explica que todo tipo de inyecciones de la toxina botulínica autorizados por la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) de Estados Unidos son para arrugas de la frente en personas de hasta 65 años. Alerta sobre que pasada esa edad, la eficacia del medicamento posiblemente no sea igual que en las personas más jóvenes.
Si una persona decide dejar de usarla, advierte, las arrugas de la frente volverán a lucir igual que antes de que empezara con las inyecciones. La cara no se arrugará más y cuando suspenda el tratamiento, los músculos recuperarán la fuerza y el movimiento normales.
Detalles del bótox. La toxina botulínica es segura para uso prolongado y puede suspenderse en cualquier momento, sin que la piel luzca peor que antes de empezarlo, dice. Las inyecciones buscan paralizar temporalmente la actividad de los músculos.
Son populares para reducir la apariencia de las arrugas faciales, aunque también se usan en el tratamiento de otras enfermedades, como espasmos repetidos del cuello, hinchazón excesiva, vejiga hiperactiva y ojo perezoso.
“En algunas personas, las inyecciones también pueden ayudar a prevenir las migrañas crónicas”.
Tiempo y destiempo. La experta de Mayo Clinic dice que el número de inyecciones necesarias varía y normalmente empiezan a funcionar unos días después del tratamiento y su efecto puede durar de 3 a 6 meses.
“Si uno desea mantener los beneficios, es necesario recibir más inyecciones”, dice.
Se ha demostrado que la toxina botulínica es segura, sea a corto plazo o de manera prolongada, aunque los datos sobre el tratamiento de las arrugas apenas se remontan a alrededor de 15 años, indica.
Con el fin de garantizar la seguridad, es necesario que la administración de la toxina botulínica esté a cargo de un proveedor de atención médica experimentado, como un especialista certificado en dermatología, cirugía plástica, ocular u otorrinolaringología, quien la haya examinado personalmente.
“Esos especialistas cuentan con la máxima experiencia para reducir las complicaciones”, indica la dermatóloga.