Gilmar, the beast, colecciona y exhibe lo que muchos escondemos. Gilmar, la bestia, Gilmar, el grotesco, Gilmar, el hombre que atraviesa sus miedos de la mano de 35 piezas artísticas, que reflejan los pensamientos perturbadores que el ser humano lleva dentro.
Comenzó a hacerlo para canalizar, de una forma constructiva, las emociones que tambalearon su equilibrio, terminó por hacerlo para crear conciencia en quien las mira.
Cada una de estas figuras representa lo que para Gilmar es el hombre mismo, un ser ni bueno ni malo, ni blanco, ni negro. Un ser matizado en color.
La fuente de inspiración para esta exposición urbana, curada en asombro y gore, fue la bestialidad que tenemos.
Como terapia de choque, hace 14 años Gilmar unió dos polos de representación: la inocencia a través de los muñecos, lo irracional corriendo por nuestras venas.
Dos opuestos que, según él, coexisten en todas las personas.
“Esta es una invitación a que la gente acepte la violencia que lleva dentro y le dé un fin productivo. En mi caso es artístico. Nos han enseñado que la violencia es algo que está fuera, ajeno a nosotros, pero pienso que eso no es verdad. Estas piezas representan toda la gama que el ser humano tiene con respecto a la violencia dentro de él mismo”.
Trabajadas con materiales reciclados —la mayoría de juguetes que encuentra en la basura o que llegan a sus manos como regalo—, The Beast limpia y prepara estas piezas con restos de animales, dientes humanos y bolsas de plástico. Mira por donde la idea gore y sangrienta le puede entrar a ese muñeco, cuya cabeza o brazo le falta. Luego lo corta con navajas, pirógrafo y por último lo moldea al calor del fuego.
Los temas que estas piezas representan son los mismos que a los botargueros de la calle Madero del Centro Histórico les incomodaba, los mismos por los que a veces la gente lo insulta. Cosas tabú que la gente a veces no quiere ver: La ceguera que produce el dinero, el racismo, la religión, el aborto, el daño al ecosistema, el genocidio y las guerras que nos han convertido en la sociedad que somos.
“Creo que es irresponsable no hacer nada cuando todo se está derrumbando a nuestro alrededor. Vemos nuestro presente y está en un completo caos. La misma gente, mentalmente, está muy perturbada y creo que es una irresponsabilidad que si estás consciente de la situación no hagas nada”.
