En el mundo del entretenimiento, hay momentos que sacuden profundamente a la audiencia. La noticia del fallecimiento de Dulce, una de las grandes intérpretes mexicanas, no solo generó tristeza, sino también un lamentable desfile de oportunismo. Lo más preocupante es que estos carroñeros suelen ser personajes cercanos a las estrellas, y cuyo único interés es figurar en los medios compartiendo supuestas anécdotas o revelaciones con el único fin de tener cinco minutos de fama.

Dulce fue una artista cuya voz, sin necesidad de tecnología, marcó una época dorada de la música mexicana. Fue punto de lanza de una época de artistas que vendieron millones de discos, empoderó a la mujer y protagonizó grandes momentos haciendo éxitos que viven en el ADN de los mexicanos.

Tuve el placer de verla hace unos meses en el Teatro San Rafael, en Perfume de Gardenia, donde Omar Suárez le rendía un merecido tributo y ella, a pesar de que luchaba contra el cáncer en silencio, se entregaba cada noche a su público.

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(Foto: Cuartoscuro)

A pesar de su incansable aportación a la industria, su partida se vio empañada por la atención a escándalos y polémicas, en lugar de los homenajes que debería haber recibido.

La responsabilidad de honrar a las estrellas recae en la propia comunidad artística. Asociaciones y sindicatos de artistas, como la ANDA y la ANDI, suelen enfocarse únicamente en administrar sus regalías o cuotas durante sus carreras, viéndolos más como fuentes de ingresos que como figuras representativas del arte. Parecería que ellos sólo van por el billete antes y después de morir, pues su apoyo se limita generalmente a la publicación de una esquela, sin reconocer verdaderamente su legado.

Este abandono contribuye a que tengamos una comunidad artística desprotegida, sin el respaldo digno que estas estrellas merecen.

Sí, los medios juegan un papel importante en la difusión de las historias y habrá quien los señale por mostrar sólo los ‘chismes’, pero mientras los artistas no se unan, esto seguirá pasando. Y con ello, los oportunistas tendrán una ventana y la proliferación de famosos que se sienten artistas (por su carencia de preparación) le seguirá ganando terreno.

El caso de Dulce debería servir como una lección. Más allá de las voces oportunistas y el ruido mediático, necesitamos construir una cultura que celebre y preserve el legado de quienes entregaron su vida al arte. Es momento de que las asociaciones artísticas se sumen activamente a estas iniciativas, para que las estrellas sean recordadas con la dignidad y el respeto que merecen. Feliz año a todos y nos leemos la próxima, aquí donde quizá hablemos de ti.

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(Foto: Cuartoscuro)

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