Vale mucho la pena hacer un alto en nuestra labor cotidiana enfocada a lo musical para hablar del documental ‘Gaza, la franja del exterminio’, del cineasta mexicano Rafael Rangel, actualmente en la cartelera de la Cineteca Nacional.

En este trabajo, realizado en 2024, el documentalista evidencia el actual conflicto entre Palestina e Israel, que ha dejado un derramamiento de sangre en la Franja de Gaza, zona del llamado genocidio más grande de lo que va de este siglo.

Debido a que a Rangel le fue imposible entrar a la zona azotada por los misiles luego del cerco que hizo Israel, muchas de las imágenes fueron capturadas por las propias víctimas, habitantes de Rafah, ciudad de Gaza, así como por colaboradores locales para que desde Egipto, el mexicano hiciera la edición de la barbarie.

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Las imágenes son atroces y te dejan un hueco en el estómago. De hecho, cuando íbamos a entrar a la sala de la Cineteca no permitieron el acceso a dos adolescentes porque es un material ‘sensible’, solo para mayores de edad.

Todo inicia en la cotidianidad de una comunidad no muy alejada a la mexicana, donde niños juegan con un balón viejo y se divierten de lo lindo echando retas de futbol, hasta que la lluvia de misiles caen sobre sus cabezas y la alegría se transforma en la mayor de las pesadillas.

El principal rostro de este documental son precisamente los niños, quienes claman por el final de la guerra, luego de haberlo perdido todo: sus casas, su tranquilidad, sus escuelas, sus hermanos, sus padres, sus familias, todo. Es un trabajo humanitario el que hace Rafael Rangel bajo el método de ‘antropología salvaje’ y ‘cine vivencial’ en el que las imágenes reales no necesitan de demasiados diálogos, son la viva voz del dolor, de la pérdida, de la deshumanización.

En ‘Gaza, la franja del exterminio’, aparece casi al final Nour, una adolescente de 16 años vestida toda de negro que fue desplazada y que con su carisma y un cántico para su país simboliza la esperanza de este infierno que en 15 meses de bombardeos ha dejado a más de 45 mil muertos. Claro que nos unimos desde este espacio a la voz de esos niños que ruegan alto al fuego, alto a la masacre y a la guerra. Y sirva pues este documento para reflexionar sobre lo que sucede del otro lado del mundo. Sirva también para valorar un poco todo lo que tenemos, porque hay lugares donde no tienen absolutamente nada, ni libertad, ni trabajo, ni paz, ni un plato de sopa.

ENCORE. Lo recaudado por el documental será donado a Nour Alnaji; Médicos sin Fronteras, y Unrwa, la agencia de la ONU para los refugiados de Palestina.

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