Desde su inicio, Chisme No Like prometió ser un medio transgresor que rompería con lo convencional de la industria. Con titulares alarmistas, verdades a medias y lenguaje burdo, se caracterizó por no contribuir a una discusión seria y alimentaron un entretenimiento listo para el basurero. La semana pasada, anunciaron su final por conflictos entre los conductores.

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(Foto: Instagram)

Su fenómeno, no obstante, es innegable. Con más de un millón de suscriptores en su canal de YouTube y un impacto considerable, el programa demostró que el contenido superficial y polémico tiene un público fiel.

El espacio tuvo tres ejes. Elisa Beristain —quien adquirió notoriedad por su participación en el reality show Rica Famosa Latina—, adoptó un estilo frontal que la convirtió en el rostro visible del programa. Por su parte, Javier Ceriani se posicionó como el provocador que, bajo la bandera de una supuesta “verdad”, no dudaba en usar narrativas especulativas y burdas para mantener la atención del público. Ambos trascendieron el personaje, convirtiéndose en “villanos” demagogos e irresponsables que, lejos de ayudar, a la vista de las audiencias, etiquetaba al gremio de espectáculos como chismosos y analfabetas.

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En el trasfondo, Pepe Garza, un programador de radio, compositor, pareja de Elisa y empresario exitoso ligado a la música, jugó un papel estratégico. Aunque con un perfil más discreto, Garza fue el eje empresarial que sostuvo el proyecto, y su experiencia en los medios fortaleció la presencia de Chisme No Like en plataformas digitales.

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(Foto: Instagram)

El fin del programa, según los rumores, habría sido provocado por conflictos internos, incluida una supuesta infidelidad de Pepe con Elisa, promovida por Ceriani. Desde el inicio, el cierre del programa era un ‘spoiler’, pues se sabía que el ego acabaría con ese trío.

Aunque cada uno de los involucrados ha anunciado nuevos proyectos, en el rompimiento curiosamente se alimenta una teoría de que este “escándalo final” podría ser una estrategia para diversificar su alcance con múltiples canales y que todos ganen.

Más allá de las especulaciones, el cierre de Chisme No Like nos deja una lección importante sobre el estado del periodismo de espectáculos o infoentretenimiento, pues si bien es innegable que la fórmula funcionó desde una perspectiva comercial, su impacto en el gremio fue devastador y abrió la puerta al entretenimiento barato.

Al final, el ‘legado’ de Chisme No Like no radica en sus números de suscriptores, sino en el daño que causó al validar un tipo de contenido que sacrifica la profundidad por el espectáculo. El tiempo dirá si este capítulo marcó un cambio definitivo en el consumo de contenidos o si fue simplemente una moda pasajera en un mundo del infoentretenimiento cada vez más saturado de productos ‘chatarra’. Nos leemos la próxima, aquí donde quizá hablemos de ti.

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