Elena Larrea hace todo por sus 50 hijos de 4 patas, hasta... mostrar de más

Para mantener a sus 50 hijos de 4 patas, Elena Larrea está dispuesta a seguir mostrando piel y deleitando a sus miles de fans en redes sociales. 

“Lo que sea sirve, si otras tienen “azulito” sólo para comprarse zapatos, que yo no lo haga por esta causa”, presume genuinamente orgullosa la pelirroja a El Gráfico.

(Foto: Gabriela Sánchez, El Gráfico)

“Ojalá Santaclós me permita ser millonaria. Mi sueño dorado sería expandirme y tener sedes de Cuacolandia en cada estado donde existe el maltrato equino; además de tener mi propio rancho donde me despierte, me tome mi café y vea a mis caballos”, dice Larrea.. 

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Pero ella es una mujer de retos y no iba a esperar al barrigón de traje rojo, así que para esta Navidad la activista lanzó el calendario Cuacolandia 2024 a fin de seguir sumando ingresos para su albergue equino que, al mes genera gastos de hasta  200 mil pesos que se van en atenciones veterinarias, estéticas y pacas de comida para sus 50 animales rescatados.

(Foto: Gabriela Sánchez, El Gráfico)

“Saqué uno 2022 pero la verdad no tuvo mucho éxito, vendí como 50, no pegó. En el primero yo no salía, sólo eran los caballos; y mis fans me dijeron: ‘Queremos uno donde salgas tú’. Yo lo sentía como algo muy egocéntrico. Al final fue lo que pidieron mis seguidores y pues ahí está mi carota por todo el calendario”. 

El anuario está disponible en la página de cuacolandia.com y todo lo recaudado se destina directamente al santuario. 

“Por eso espero con todo mi cariño que a este le vaya mucho mejor”, confía la guapa influencer. 

Elena dedica su vida a los equinos, por eso cuando en la pandemia llegó a albergar hasta 150 ejemplares las cuentas ya no le salían y, desesperada, pensó en cerrar el santuario hasta que alguien le dio la idea de abrir una cuenta en una plataforma donde ofreciera contenido un tanto subido de tono.

(Foto: Gabriela Sánchez, El Gráfico)

“Siempre he estado en contacto con mi sensualidad y lo he sabido explotar y utilizar. Hace poco rescatamos un caballo en una charreada y por ahí comentó un entrenador de escaramuzas: ‘pudo más un par de ch*c*s que el presidente de la Federación Nacional de Charrería Mexicana’,  y yo  “sí: ¡¿Y? ¡Y la queso!”, dice con una sonrisa.  

“Al principio se dudaba de mi capacidad porque me gusta andar en tanga o traer poca ropa; a mi eso no me hace más o menos capaz de tener una labor importante en el cuidado y rescate de los caballos solo porque me gusta andar enseñando”, asevera la pelirroja que en 2018 tuvo su primer acercamiento con un caballo maltratado.

“Acompañaba a la señora  Toni Camil, quien hacía jornadas veterinarias en Los Reyes, Estado de México y llevaba veterinarios para revisar a los caballos que trabajaban en las carretas de basura, fue la primera vez que vi un caballo en los huesos y con larvas”, recuerda Elena. 

Su pasión por los caballos no es algo nuevo o viral; Elena montaba desde pequeña montaba  y a los 14 ya era campeona nacional de equitación, pero siempre se preguntó si en realidad los ‘cuacos’ conocían la libertad. 

(Foto: Gabriela Sánchez, El Gráfico)

Así, años más tarde, con el impulso de Toni Camil -quien además de ser mamá de Jaime Camil es activista y cabeza de la asociación Pro del Bienestar de los Equinos del Trabajo (PEBET),- Elena fundó Cuacolandia.

Detrás de cada video de su día a día e incluso el tiempo que le brinda a sus millones de seguidores en redes solo está ella. 

“La gente piensa que tengo un gran equipo de edición pero son mis ideas, es mi celular con el que grabo, yo edito, todo lo hago yo. Solo es mi caballerango y mi chofer quienes me ayudan a grabar”, explica la pelirroja. 

Y entre tanto quehacer, Elena apenas tiene tiempo para el amor pues acepta que pocos le aguantan el trote. “Creo que la gente piensa que tengo un novio que me ve encuerada todo el tiempo... pero más bien son mis caballerangos, acá ando grabando cosas sexys siempre; pobrecitos son esclavos de estarme grabando”, confiesa.

(Foto: Gabriela Sánchez, El Gráfico)

“La verdad es que no tengo tiempo para tener vato, ni deja ni nada”, dice entre risas. “La realidad es que un vínculo romántico no es mi prioridad porque esto absorbe todo mi tiempo  y tiene que ser alguien que entienda que yo nací para esto. Es complicado un vato que me aguante… y luego en poca ropa  y con 50 hijos de 4 patas: ‘¡imagínate!”, finaliza la hermosa activista y rescatista.