Roger Waters regresa a la Luna, y de que forma

Este año el disco ‘The Dark Side of the Moon’ de Pink Floyd cumplió medio siglo de vida, un álbum fundamental en la historia de la música toda, un plato que literal nos mandó, una y mil veces, a volar a la Luna y sin necesidad de sustancias (o con ellas... “Para más placer”, como dijera Homero Simpson). 

Es sin duda una máster piece absoluta, una perfección sonora y poética a la que no le puedes agregar, ni quitar ningún elemento, porque la paradoja del tiempo y espacio se vería afectada para siempre en sacrilegio. Pues Waters, fundador del grupo inglés, publicó hace unos días, en el marco de esos 50 años del lanzamiento, el ‘The Dark Side of the Moon REDUX’, en el que revisita los 10 tracks ya clásicos del cuarteto, y les da un giro total, una nueva salida en un trabajo que me resulta completamente innecesario, pretencioso y hasta aburrido. 

A decir de Roger Waters, este nuevo ‘Lado obscuro de la Luna’ surge porque, “Dave, Rick, Nick y yo éramos muy jóvenes cuando hicimos [el original], y cuando miras el mundo que nos rodea, claramente el mensaje no se ha quedado. Por eso comencé a considerar lo que la sabiduría de una persona de 80 años podría aportar a una versión reinventada”. 

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Pues esa nueva versión, con todo el respeto a Waters, a quien le aplaudí su obra en muchos conciertos, en el Foro Sol, en el Zócalo capitalino, en Coachella, en el Palacio de los Deportes, le quita toda la emoción al vuelo perfecto hacia la luna que hizo Pink Floyd hace medio siglo. 

Claro, en la versión original destacan sobremanera las guitarras y la voz en primer plano de David Gilmour, con el que Roger ha tenido problemas legales y personales por los derechos del legado, la marca y la historia, por cerca de 40 años y hasta la actualidad. Es así que parecería más un esfuerzo de Waters por desaparecer del mapa a Gilmour, algo imposible, porque a 50 años de ese viaje a la Luna, seguimos volando por el espacio, hasta el infinito y más allá, con esos 10 temas a los que no les podemos agregar, ni quitar ningún elemento. No se puede perfeccionar lo perfecto.