Hola, corazones, quiero mandarles bonita vibra y decirles que estoy encantada de que me tengan en sus manos, dejándome confesarles mis calientes deseos.
Empezaré con platicarles que he estado decorando una habitación reservada para tomarme fotos y videos para compartir en mis redes y mi grupo.
Les confieso que le pedí ayuda a un vecino que tiene taladro, para trabajar algunos detalles. Y para que se imaginen la escena, les cuento que yo traía puesta una blusa negra, sin bra, que dejaba ver mis pezones y un mallón.
El vecino tenía que poner un velo para cubrir la cama y unos adornos de madera colgados, así que mientras él estaba taladrando la pared, yo estaba recargada en la puerta viéndolo, pues cuando levantaba el taladro, su brazo hacía fuerza y se veía venoso y grande.
En una de esas, él volteó para decirme algo y me cachó viéndole los brazos, yo sólo sonreí un poco y le dije: Tienes los brazos como me gustan.
—¿Sólo los brazos? —respondió. Me puse un poquito chapeteada y mejor me moví de lugar. Cuando terminó, lo invité a pasar a la cocina por una cerveza, pero se multiplicaron y platicando salió el tema de la satisfacción sexual y coincidimos que nos han tocado parejas que no dan el ancho.
Sonreímos e hicimos la broma de decir “deberíamos de ver quién se cansa primero” y así empezamos a besarnos, luego yo me puse arriba de él, en la silla del comedor, su mano se deslizó debajo de mi blusa apretando mis tetas, yo empecé a cabalgarlo por arriba de la ropa, pero sintiendo su miembro bien duro.
Entonces me bajé el mallón y los calzones, él me acostó con el pecho sobre la cama y las piernas estiradas hasta el suelo, me las separó con su pie y me la dejó ir de una embestida.
Estuvimos así por mucho tiempo, cambiando de posiciones y disfrutando de esa sincronía y nuevas poses.
Antes de irse me dijo muy cortés: “Vecina, creo que faltaron algunos taquetes, pero sin problema mañana llegando del trabajo vengo y se los taladro”, sonreímos y se salió.
Recuerden que el sexo casual siempre es con protección. ¡Los adoro!