Al verse burlado por los magos, Herodes ordenó matar a todos los niños varones menores de dos años en Belén y sus alrededores, calculando el tiempo según la información que había recibido de los magos sobre la aparición de la estrella. Este evento se conoce como la Matanza de los Inocentes.
Según el relato bíblico, José, el padre terrenal de Jesús, también fue advertido en sueños por un ángel sobre el peligro. La familia escapó a Egipto antes de que se ejecutara la orden, permaneciendo allí hasta la muerte de Herodes.
La Iglesia Católica conmemora este acontecimiento el 28 de diciembre, reconociendo a estos niños como los primeros mártires del cristianismo. La tradición los considera santos por haber muerto en lugar de Cristo, aunque no por una confesión consciente de fe.
Este relato representa en la tradición cristiana el primer intento de eliminar a Jesús y simboliza el conflicto entre el poder terrenal y el divino. La narración también cumple la profecía del profeta Jeremías, citada en el mismo evangelio: "En Ramá se oyeron gritos, grandes llantos y lamentos. Es Raquel que llora por sus hijos y no quiere consolarse porque ya no existen".
La historia de los Santos Inocentes forma parte del ciclo de la Navidad en el calendario litúrgico y se mantiene como un recordatorio de las consecuencias del abuso de poder y la importancia de proteger a los más vulnerables.






