desclasificados este miércoles sobre el asesinato de John F. Kennedy revelan pocos detalles novedosos sobre las actividades de Lee Harvey Oswald en México meses antes del magnicidio del 22 de noviembre de 1963. Los archivos detallan operaciones de inteligencia estadounidense en la Ciudad de México, incluyendo vigilancia a las embajadas soviética y cubana, así como posibles contactos de Oswald con agentes de la KGB, la agencia de inteligencia rusa.

Según los registros, Oswald llegó a el 27 de septiembre de 1963 con el objetivo de obtener una visa para viajar a Cuba y, posteriormente, a la Unión Soviética. Visitó la embajada cubana al menos dos veces (27 y 28 de septiembre) y la soviética el 1 de octubre. Un cable de la CIA fechado en 1996 señala que, durante este periodo, el estadounidense buscó contacto con Valeriy Vladimirovich Kostikov, identificado en los documentos como miembro de la KGB adscrito al Departamento V (operaciones encubiertas y sabotaje).

Kostikov, quien residió en Ciudad de México entre 1961 y 1971, fue mencionado en un informe de 1982 como el supuesto "oficial de caso" de Oswald. Sin embargo, los archivos aclaran que la inteligencia soviética mantuvo un interés "defensivo" en el exmarine, según declaraciones del desertor Yuri Nosenko.

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Imagen. Especiales
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El complot chilango

Según expertos del caso Kennedy, incluido el periodista Philip Shenon, autor de “A Cruel and Shocking Act: The Secret History of the Kennedy Assassination”, pocas horas después de que se escucharan disparos en Dallas, el embajador estadounidense Thomas C. Mann declaró a sus colegas de la embajada estadounidense en México que estaba seguro de que Lee Harvey Oswald no había actuado solo en el asesinato de JFK.

Mann sospechaba que se había urdido un complot para asesinar a Kennedy en suelo mexicano, durante los encuentros de Oswald allí con diplomáticos cubanos y mexicanos que apoyaban la revolución de Fidel Castro. ¿Cómo supo Mann de esas reuniones? Resultó que la CIA tenía a Oswald bajo vigilancia en la capital mexicana tras presentarse en las embajadas cubana y soviética.

La estación de la CIA en México operaba desde 1955 el Proyecto LIEMPTY, una red de vigilancia física y fotográfica contra la embajada soviética. Tres casas seguras —LIMITED, LILYRIC y LICALLA— fueron utilizadas para monitorear el edificio. La base LIMITED, ubicada frente a la embajada, capturó una fotografía en 1963 que supuestamente mostraba a Oswald durante una de sus visitas.

El técnico a cargo de la toma fue Jorge Barcello Villagrán (alias LIEMPTY-6), contratista de la CIA desde 1954. Según los informes, Barcello operó durante 13 años en la red LIEMPTY y fue supervisado por Ramon Joseph Alvarez Durant, encargado del procesamiento de imágenes. En octubre de 1962, la CIA introdujo a Oliver G. Scantling (seudónimo de Juan N. Frais-Ramírez) como intermediario para reforzar la compartimentación de la operación.

Imagenes: Especiales
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Aunque la foto no ha sido divulgada públicamente, los documentos confirman que la imagen fue central en las investigaciones posteriores al asesinato de Kennedy, debido a su posible vínculo con el viaje de Oswald a México.

Protagonistas en México

La estación de la CIA en México estaba dirigida por Winston Scott (1959-1969), quien supervisó operaciones de escuchas telefónicas y vigilancia. Ann Goodpasture, oficial de contrainteligencia, gestionó las interceptaciones a las embajadas cubana y soviética entre 1962 y 1968. En paralelo, David Atlee Phillips, jefe de acción encubierta (1964-1965), coordinó operaciones contra blancos cubanos, aunque no hay menciones directas a Oswald en sus informes.

Un memorándum de 1965 detalla que Scott y Goodpasture utilizaron agentes locales para vigilar a diplomáticos soviéticos y cubanos. Entre ellos destacan Peggy Maggard y Robert Zambernardi, responsables de fotografía unilateral, y Louis D. Puckett, encargado de seguimientos físicos hasta 1963.

La figura de Valeriy Kostikov ha sido objeto de especulaciones por su rol en la KGB. Un cable de 1982 señala que, durante su estancia en México, Kostikov habría estado vinculado al Departamento V, encargado de operaciones violentas. No obstante, los documentos aclaran que no hay evidencia concluyente de que coordinara a Oswald.

En 1967, durante una reunión en Nueva York, el agente cubano AMCLOCK/I —infiltrado en la misión de Cuba ante la ONU— reveló que el tercer piso de dicha sede estaba reservado para inteligencia, un dato que la CIA utilizó para investigar posibles vínculos entre Cuba y el asesinato. Sin embargo, los informes posteriores a 1963 no lograron confirmar una conexión directa.

Después del asesinato

Los archivos detallan un aumento de actividad militar en Cuba días después del asesinato. El 23 de noviembre de 1963, fuentes de la CIA reportaron 208 tanques soviéticos en maniobras cerca de La Habana, junto con la llegada de vehículos blindados "lanzallamas" no identificados previamente. Estas observaciones, aunque circunstanciales, alimentaron teorías sobre una posible alianza cubano-soviética contra Kennedy, nunca confirmada.

Además, el 21 de noviembre —un día antes del magnicidio—, agentes anticastristas vinculados a la red AMHICK huyeron de Cuba en barco. Fueron rescatados por un navío estadounidense tras un operativo de tres días, según un informe de 1963.

Imagen: Especiales
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“El viaje de seis días de Oswald a México nunca fue investigado adecuadamente por la CIA, el FBI y el Departamento de Estado, ni, en consecuencia, por la Comisión Warren, el panel designado por el presidente Lyndon Johnson para investigar el asesinato”, ha publicado Shenon. “A lo largo de los años se ha acumulado abundante evidencia que sugiere que historiadores, periodistas y aficionados a JFK que aún intentan reconstruir las pistas sobre el asesinato del presidente, ya sea a partir de los recuerdos de testigos aún vivos o de la nueva serie de documentos relacionados con el asesinato harían bien en dirigirse a la Ciudad de México”.

Hasta este momento, con el primer paquete de documentos liberados por la orden ejecutiva del presidente Donald Trump, se puede confirmar que la CIA rastreó a Oswald en México y Europa, pero son insuficientes para concluir que existió una conspiración internacional contra John F. Kennedy.

A casi seis décadas del crimen, México sigue siendo un eslabón en esta historia, no por lo que se demostró, sino por lo que permanece entre sombras: operaciones de inteligencia, agentes fantasma y fotografías que podrían reescribir la historia, si algún día ven la luz.

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