ENTREVISTA
Mataron a mi mamá con saña dentro de CFE y nadie quiere ayudarnos, una historia de terror en CDMX
(Foto: Especiales)
CIUDAD DE MÉXICO.- Hace una semana doña Silvia Ramírez fue asesinada de manera sanguinaria dentro de la caseta que vigilaba bajo llave en una subestación de la Comisión Federal de Electricidad (CFE), y sus hijos Felipe y Víctor denuncian que la Fiscalía General de Justicia capitalina no les ha permitido el acceso a la carpeta de investigación, en donde aseguran hay numerosas irregularidades, empezando por la causa y hora de muerte.
A eso se suma que la empresa para la que trabajaba, Servicios Especializados de Investigación y Custodia, S.A. de C.V. o SEICSA, y la propia CFE, les ha negado el apoyo para el esclarecimiento del crimen ocurrido la madrugada del 2 de febrero en la colonia Potrero San Bernardino, alcaldía Xochimilco, cuando la víctima de 53 años fue encontrada por una compañera que la relevaría.
Fue Víctor quien la escuchó declarar: “Claramente dice que ella cuando llega encuentra la puerta abierta a donde ella daba el acceso, y como la encuentra abierta ella se pasa, va a la caseta, y ella ve la luz apagada que se le hace raro, según para esto ella entra, intenta abrir la puerta, antes de eso ella llega y toca la puerta, y claramente yo escuché como ella dijo ‘buenos días señora Silvia’, y al no contestarle, ella según dice que intenta abrir la puerta y pues ya es cuando ve el charco de sangre y ya llega, y ya ve a mi mamá pues en el piso, según para eso con los golpes”.
Pero Felipe asegura en exclusiva para El Gráfico que cuando leyó los informes que formarían parte de la carpeta de investigación, el testimonio era diferente, así como varios detalles, como el que la bala que le habría quitado la vida se encontraba cerca del cuerpo.
Hila frases como “nos enseñaron una foto donde la bala está completa”, “me están montando una foto de una bala que ni es de ahí”, “si hubiera sido bala alguien la hubiera escuchado”, antes de arrojar el gran dato que no sabe si sí está asentado en la averiguación de las autoridades:
“El homicidio no fue disparo de bala, en la autopsia que hicieron no dijeron que fue por disparo de bala, a ella la golpearon brutalmente que hasta destrozaron su cráneo, su cara toda rasgada, sus brazos todos cortados, todo muy feo, a ella la golpearon feísimo, feísimo, entonces para hacer eso mi mamá tuvo que haber gritado aunque sea, y cómo es posible que nunca nadie se dio cuenta”.
“En la autopsia el forense Gregorio Urbano Mundo Cansino descartó que fuera un balazo, ¿por qué?, porque no hay entrada ni salida de bala, y en segunda no hay bala dentro del cuerpo. El acta de defunción dice: causa de la muerte traumatismo craneoencefálico”.
Ni siquiera la hora coincide: “la testigo dice que entra a las 6:45 y ya está muerta, el forense marca la hora de fallecimiento a las 7:15 minutos”.
El día en que todo ocurrió, el peor de su vida, Felipe solo pudo reaccionar a una cosa: las cámaras de vigilancia, tuvieron que haber visto algo.
Aunque él mismo acudió a constatar que sí había cámaras dentro y fuera de la subestación, no obtuvo una respuesta de solidaridad de la CFE.
Él y su familia decidieron pedir ayuda a la Comisión de Derechos Humanos, en donde un licenciado los asesoró para que iniciaran su propia investigación, con la cual descubrieron que había más cámaras en los alrededores.
De donde trabajaba su mamá, “como a 10 metros está una zona habitacional de la Marina, yo fui y la Marina tiene bastantes cámaras que apuntan hacia la entrada de la CFE. Aparte en la otra esquina hay otra cámara del C5, hay dos cámaras más del C5 que no están en los informes”, señaló.
El resultado fue que al notificar a las autoridades, estas le señalaron que tras revisar el material, “no vieron nada, y luego me dice el agente ‘ya hablé con el comandante’ y me dice que no las integró porque vieron los videos y no se ve nada, y las de Marina pues solo son para vigilancia y no guardaban datos”.
“O sea se vea o no se vea están cercas del lugar de donde pasó, aunque no se vea nada lo tuvieron que haber escrito, cuando no lo hicieron. A nosotros (los de Marina) nos dijeron lo contrario, que tienen un respaldo de 30 días”.
Felipe está desesperado, no solo porque le arrancaron a su mamá, sino porque la justicia le ha dado la espalda: “realmente yo ya no sé si de verdad aunque las investiguen o algo, o vayan a ocultar lo que hay en esas cámaras o me van a decir mentiras”.
La copia de la carpeta de investigación que piden aún no está en sus manos y el pretexto fue que es un proceso tardado, y que por la gravedad del delito, hasta se la podrían negar. “Aquí están encubriendo algo”.
Además, agentes en el MP les aseguraron que todo indica que fue un crimen pasional pues “por nuestra experiencia es como se dan las cosas”.
Pero a doña Silvia, quien llevaba 4 meses trabajando en el lugar, sus hijos y cuñada la defienden: “realmente mi mamá no tenía a nadie, ella de su trabajo a la casa y de la casa a su trabajo, de hecho el tiempo de recorrido que se hace siempre coincidía a la hora en que llegaba ella aquí, ella nunca, desde que se separó de su última pareja que tiene más de 28 años, yo creo que terminó tan dañada que nunca quiso estar con alguien más. Ella nunca salía a fiestas, no tenía amigas que dijera voy con mi amiga, nada de eso, siempre estaba aquí con sus hijos de mi hermano, o si no estaba aquí se iba a mi casa con mis hijos, pero de ahí para allá no salía”.
“Lo quieren manejar como que le abrió a una persona que era conocida y que a lo mejor era su pareja, cuando no es así. Yo conozco a mi mamá, ella nunca le daría el acceso a alguien que no conoce o que no trabaje ahí, porque para eso mi mamá es muy estricta para su trabajo, es muy cuidadosa, y por eso nunca en sus trabajos terminó mal, siempre se salía porque ya le dolían sus pies, o se cansaba, o equis cosa”, lamenta Felipe.
Víctor revela otro dato que tampoco ha sido tomado como clave para la investigación: “Una vez mi mamá comentó que sus compañeras la trataban muy mal, que le tenían mucho odio, que se llevaba mal con ellas, por el motivo de que ella se llevaba bien con todos los guardias. Había ocasiones que mi mamá decía que ella no quería ir porque sus compañeras ya la trataban muy mal, siempre le decían que hacía todo mal, y como eran más jóvenes que ella, se burlaban de ella. Yo creo que ella aguantaba estos tratos porque ella trabajaba siempre de seguridad privada, siempre ganaba sueldos pues no muy altos igual no muy bajos, pero en este trabajo le pagaban algo considerable”.
Ese aguante quizá no iba a durar mucho, pues ella luego optaba por ya no seguir yendo a esos trabajos para no tener problemas y mejor buscaba otro, “y ella era de las personas que no se metía con alguien, aquí llegaba y cuidaba a mi abuelita, porque mi abuelita vive aquí con mi hermano, cuando podía la llevaba al doctor, la llevaba a dar una vuelta al mandado, era muy tranquila mi mamá, personas que la conocen o la conocieron, pueden preguntarle, te va a decir lo mismo que yo”.
Ella era muy apegada a sus cinco nietos. "Prefería salir al Centro, llevarse a sus nietos al Centro a comprar cositas, no traía la gran cosa porque no llevaba el dinerote pero eso a ella le hacía feliz”.
La familia pide justicia y que el delito no se clasifique tampoco como robo, pues a la víctima le fue sustraída, dentro de su caseta, a la cual se tiene que ingresar por una puerta principal supuestamente también vigilada, una subametralladora marca Beretta calibre .22, un chaleco antibalas con número de serie 80667 y un teléfono celular marca Samsung perteneciente a la empresa SEICSA.
Incluso, respecto a eso, sus hijos tienen todavía algo más qué decir: “Por parte de la empresa el personal lleva armas de fuego, calibre 22, subametralladoras, les dan armas sin tramitar los permisos correspondientes, mi mamá tenía un arma que se la robaron y jamás mi mamá tuvo permiso para portar arma. ¿Por qué una empresa según de ese nivel, por qué no les dan los permisos correspondientes para portar el arma? Desde ahí hay algo muy raro”.
Felipe y Víctor han tenido que pedir prestado bastante dinero para solventar los gastos funerarios y de entierro, pues ninguna de las empresas atendió a su llamado. Aunque son de bajos recursos, para ellos lo económico es lo de menos. Y es que solo piden a las autoridades que si no van a atrapar a los responsables, como sucede en muchos casos, por lo menos difundan sus rostros, pues “el crimen lo tuvieron que hasta planear” y para que la gente conozca lo peligrosos que son, y que esta historia de verdadero terror no se repita.