SIEMPRE HAY ALGO POR LO QUE REZAR
¿Cuál es el Salmo más poderoso para atraer el dinero?
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Los salmos fueron escritos basándose en la vida cotidiana incluyendo buenas experiencias, así como, los dolores y sufrimientos; con la finalidad de alabar a Dios.
Quienes realizan estas oraciones, en su mayoría es para encontrar alguna respuesta, o bien, para poder pedir algo que se desea, por ejemplo, dinero.
El salmo 144 es usado por muchas personas con el objetivo de atraer la abundancia económica en el hogar, mostrando confianza en el Señor para ser prosperado y recibir bendiciones.
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Es importante señalar que esta oración se debe realizar desde la fe y la esperanza.
Salmo 144
Bendito sea el Señor, mi roca, que adiestra mis manos para la guerra, y mis dedos para la batalla.
Misericordia mía y fortaleza mía, mi baluarte y mi libertador, escudo mío en quien me he refugiado, el que sujeta a mi pueblo debajo de mí.
Oh Señor, ¿Qué es el hombre para que tú lo tengas en cuenta, o el hijo del hombre para que pienses en él?
El hombre es semejante a un soplo; sus días son como una sombra que pasa.
Oh Señor, inclina tus cielos y desciende; toca los montes para que humeen.
Despide relámpagos y dispérsalos; lanza tus flechas y confúndelos.
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Extiende tu mano desde lo alto; rescátame y líbrame de las muchas aguas, de la mano de extranjeros cuya boca habla falsedad cuya diestra es diestra de mentira.
Oh Dios, un cántico nuevo te cantaré; con arpa de diez cuerdas cantaré alabanzas a ti,
el que da la victoria a los reyes, el que rescata a David su siervo de espada maligna.
Rescátame y líbrame de la mano de extranjeros, cuya boca habla falsedad, y cuya diestra es diestra de mentira.
Sean nuestros hijos en su juventud como plantíos florecientes, y nuestras hijas como columnas de esquinas labradas como las de un palacio.
Estén llenos nuestros graneros, suministrando toda clase de sustento, y nuestros rebaños produzcan miles y diez miles en nuestros campos.
Esté cargado nuestro ganado, sin fracasos y sin pérdida, y no haya gritos en nuestras calles.
Bienaventurado el pueblo a quien así le sucede; bienaventurado el pueblo cuyo Dios es el Señor.
Amén.