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A continuación, repasaremos cada uno de los Diez Mandamientos de la Ley de Dios y te explicaré brevemente lo que significan.
Primeramente, debes saber que los diez mandamientos son un resumen fundamental de la ley de Dios y en ellos encontramos la forma en la que desea que nos comportemos con él y con todos nuestros semejantes. El texto bíblico se encuentra en Éxodo 20:2-17 y Deuteronomio 5:1-21.
Hermanos, debo decirte que no debemos ver la ley de Dios como restricciones o carga, sino como una guía sencilla para poder saber y recordar la vida que le agrada que llevemos.
Dios, nuestro Creador y Salvador, no comparte su dominio con nada ni con nadie porque es el único verdadero Dios y solo a él debemos adorar y alabar. Ninguna otra cosa o persona debe ocupar el trono de nuestro corazón.
Este mandamiento deja claro que no debemos usar el nombre de Dios sin meditar bien lo que estamos diciendo. Por lo que no debemos maldecir, blasfemar o hacer juramentos en su nombre.
A Dios le interesa tanto nuestra salud física como la espiritual y nos llama a tomar un día de descanso cada semana. En ese día, el sábado o día de reposo, debemos descansar de nuestros trabajos y honrar a Dios.
Nuestros padres son las primeras personas importantes en nuestra vida y son imperfectos como todos los seres humanos, este mandamiento nos llama a honrarlos y hasta nos da una promesa si lo cumplimos: disfrutaremos de larga vida.
Dios valora nuestra vida desde el mismo momento de la concepción y en este mandamiento se nos prohíbe acabar con la vida de las personas.
Este mandamiento prohíbe a cualquier persona casada tener una relación sexual voluntaria con otra persona que no sea su cónyuge.
Aquí se nos exhorta a respetar la propiedad privada de los demás y a no intentar quitarles lo que les pertenece. Hay muchas otras cosas que podemos robar a la gente, no solo el dinero y sus posesiones.
Dios prohíbe todo tipo de mentira, por eso no debemos dar falso testimonio o calumniar buscando beneficiarnos, defendernos o hacer daño a los demás.
Este mandamiento se refiere al deseo de bienes terrenos y, en especial, al apetito desordenado de placeres deshonestos.
Al codiciar mostramos insatisfacción con lo que Dios nos ha concedido en la vida. En vez de agradecerle por sus bendiciones y bondades, nos comparamos con los demás y encontramos faltas en aquello que Dios nos ha provisto.

(Imagen Ilustrativa: Meta AI)