Manejar un auto en la
Ciudad de México es toda una aventura, evitar el tráfico, los cerrones, pero lo que nadie soporta es una mentada de madre. Y de eso trata la historia que nos contó nuestro amigo Efrén, a quien le llaman el Picudo.
“Mira, iba por
Martín Carrera y ahí siempre está hasta el queque de tráfico, varios cerrones y sin novedad, pero al dar la vuelta para tomar San Juan de Aragón, se me cerró un micro; yo, molesto, le dije ‘pásale cabrón’ y que se prende la mecha.
“Se bajó su
cacharpo y que me grita ‘¿a quién le dijiste pásale, cabrón? vas y chingas a tu madre’ y que me caliento: ‘¡Bájale de yemas, estúpido’, y que le regreso la mentada con el claxon!
“Entonces, pateó la puerta trasera de mi taxi y ni modo, me bajé y lo ponché, ni siquiera metió las manos, puro patín y trompón, hasta que pidió paz.
“Le dije: ‘ya ves por pinche picudo, sólo eres bueno con la boca, pero no sabes meter las manos’. En eso se bajó su compa, el chofer, y creí que iba a haber problemas, pero no, sólo pidió paz. Ya me subí al coche y me fui.
“La verdad, a mí me apodan ‘El Picudo’, porque soy de los Picos de Iztacalco y salí bueno para tirar mandarriazos. Nunca me ha gustado dejarme de nadie, tampoco salgo a buscar pleito, pero si me buscan, me encuentran. Yo no me abro porque no soy puerta”. Si deseas ver tu historia en este espacio, manda un correo a rrodolfo68@yahoo.com.mx