MAESTRA DE LA TABLAROCA

Isabel derriba estereotipos y se abre camino en la albañilería, un oficio “para hombres”

Isabel derriba estereotipos y se abre camino en la albañilería, un oficio “para hombres”

(Foto: Especial)

Historias 08/03/2022 09:10 Lizeth Guzmán Actualizada 09:12
 

Entre mezcla, andamios y pintura, a sus 31 años, Isabel García se hizo camino en un oficio “para hombres”, la albañilería. Con dos niñas, ha logrado salir adelante gracias a la experiencia que la hizo aprender todo acerca del mundo de la construcción, aunque no ha sido nada fácil.

A los 25 años y su primera pequeña de seis a quien mantener, se vio en la necesidad de buscar un empleo. El puesto al que aspiró fue de limpieza, viajando del Cerro de la Estrella, en Iztapalapa, hasta el Centro Comercial Mundo E, en Naucalpan.

Su curiosidad y sus ganas de salir adelante, le despertaron el interés en la pintura, sabía que de aprender bien el oficio, podría ganar un poco más. En semanas, ya estaba pintando. Un par de meses después, fue removida al almacén de la constructora para la que trabajaba sin abandonar los trabajos de pintura.

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Su desempeño la llevó a conocer distintos estados de la República Mexicana; por semanas e incluso meses, se iba con los compañeros de obra tras “el pan de cada día”. Asegura Isabel que aunque no es fácil ser mujer en ese ambiente, logró darse a respetar entre los hombres.

“Había de repente una que otra broma pesada y comentarios misóginos, pero yo supe darme a respetar enseguida”, reveló Isabel.

“De aquí soy”. Un día, mientras comía, le comentó a uno de sus compañeros de obra que si era muy difícil colocar la tablarroca, ser pastero, como se les conoce a los que se dedican a hacer este tipo de acabados. El hombre le dijo que era un trabajo que necesitaba dedicación, pues más que cargar cosas pesadas, se necesita precisión. Entonces Isabel dijo “de aquí soy”.

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Motivada, comenzó a aprender todo sobre la colocación del pegado de la tablarroca y como se lo propuso, en poco tiempo se convirtió en la única mujer 'pastera' de la obra. 

“Tuve que aprender diferentes oficios porque quería ganar más. Si me quedaba solamente pintando o acarreando cosas, como albañil, nada más, se gana poco; tuve que aprender por necesidad, pero me fue gustando”, comenta orgullosa. 

Posteriormente, fue invitada para trabajar en la remodelación del Frontón México. 

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“Algunos compañeros murmuraban sobre mi salario, les parecía que yo hacía menos, pero trabajaba a 20 metros del suelo”, recuerda.

Aunque Isabel dice que haber trabajado como albañil en grandes obras fue una gran experiencia y volvería a hacerlo, ahora cambió la pala por la escoba y se dedica a la limpieza de casas y a cuidar, ahora, a dos hijas. 

De vez en cuando, realiza “trabajitos” de albañil, pues se corrió la voz de que es muy buena trabajando.

Isabel es el ejemplo de una mujer que derribó estereotipos en un mundo dominado por “hombres rudos”, mostrando que ningún miedo fue más grande que sus ganas de salir adelante.

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