GRAN LEYENDA
Eligio Urieta nos cuenta sus memorias con el equipo morelense Cañeros del Zacatepec
(Foto: Archivo, El Gráfico)
MORELOS.- Tomado de las páginas de oro del club de los Cañeros del Zacatepec, equipo que lamentablemente dejó de existir hace dos temporadas, en los últimos intentos por “disfrazar” una franquicia, considerada como representación oficial de los Cañeros, surge la propia del delantero de los verdiblancos, Eligio Urieta.
Nacido el 1 de diciembre del año de 1961 en el mismo municipio de Zacatepec, Urieta siempre estuvo ligado a los “beneficios” del club morelense; en divisiones infantiles fue enrolado con el equipo de los Cachorros, de la colonia San Cristóbal.
Es el propio Eligio, quien recuerda con nostalgia sus inicios como amateur, en donde dice “me distinguía por dos cosas, por ser muy rápido con el balón y por una estatura muy bajita, de alguna manera los rivales, compañeros y los técnicos, es como mejor me ubicaban”, exclama en medio de una carcajada.
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Su evolución física y deportiva, lo llevaron al equipo juvenil del Zacatepec, al ser esa, la única y mejor opción de trascender en un plano semiprofesional; llegó a las manos de los experimentados exjugadores y formadores de otras figuras de los Cañeros como Fernando “Cira” Dávila y el “Piteco” Sánchez, en los campos de Los Cisneros, logró llegar a su prueba de fuego con el equipo del Zacamel, en el denominado Torneo de Los Barrios de la Ciudad de México, en donde obtuvieron el cuarto lugar de la clasificación.
“Posteriormente, jugué en el torneo Cracks del Futuro que organizaba la Federación de Futbol, en el año de 1979, hasta llegar al torneo Nacional de Reservas, en los partidos preliminares al equipo de la Primera División, ya en el “Coruco” Díaz. La experiencia de debutar en la Segunda División, ya a sólo un escalón para llegar al máximo circuito, el cual se registró en la temporada 84-85, cuando en la fecha 5, se enfrentaban a los Chapulineros de Oaxaca, el delantero Arturo Magaña y Daniel Figueroa, se lastimaron, vino la gran oportunidad de la cual, no salió bien librado, “sólo jugué 15 minutos, no sé ni cómo pasó, no agarraba nada, me pudo más el pánico y los nervios”, agrega.
(Foto: Archivo, El Gráfico)
Otro gran pasaje “fue cuando jugamos la final por el descenso contra Necaxa, al tener la oportunidad de marcar el único gol y el último del Zacatepec en Primera División en el estadio Azteca, para regresar al “Coruco” en el desenlace que ya todos los aficionados conocen”, recuerda. Antes de retirarse, en 1990, jugó dos temporadas con los Rayos del Necaxa, Toros de Texcoco, de segunda división y en 1988, regresó a Zacatepec para decir adiós.
De nacimiento de uno de los hombres que quedó marcado en la historia cañera.
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