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“Además, con sus contactos me consiguió trabajo y, la verdad, gano bien. Eso permitió que ella se bajara del taxi y lo diera a trabajar.
“Mi Chepina se quedó en casa y ya no sale, aunque me dice que extraña la calle y la adrenalina de pelear y hasta mentar madres con otros automovilistas; sin embargo, ahora está orgullosa de mí y yo de ella.
“Sólo nos tenemos los dos y ya le dije que le voy a compensar todos sus esfuerzos; por lo pronto, ya le di mi título profesional y la vida que merece, por lo que puedo decir que soy ingeniero gracias al trabajo de taxista de mi madre”.
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