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(Foto: Cuartoscuro)
Este Salmo indaga acerca de las características que debe tener una persona que agrada a Dios, para de este modo ser merecedora de su bondad, de su protección y su refugio.
En este Salmo también se puede leer la manera en que una persona debe honrar sus negocios para estar en la virtud en la cual se encuentra la bendición y la ayuda del Señor.
?Señor, ¿Quién puede residir en tu santuario?, ¿Quién puede habitar en tu santo monte?
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(Foto: Pixabay)
Sólo el que vive sin tache y practica la justicia; el que dice la verdad de todo corazón; el que no habla mal de nadie; el que no hace daño a su amigo ni ofende a su vecino; el que mira con desprecio a quien desprecio merece, pero honra a quien honra al Señor; el que cumple sus promesas, aunque le vaya mal; el que presta su dinero sin exigir intereses; el que no acepta sobornos en contra del inocente.
El que así vive, jamás caerá.
Señor mío y Dios mío, en este instante me acerco hasta ti, con fidelidad y devoción para darte gracias por tu amor y por tu infinita bondad.
Gracias por tu constante presencia en mi vida, por cuidar siempre de mí y gracias por tu palabra, en la que encuentro sabiduría, motivación y confianza.
Amado Dios quiero dirigirme a ti, teniendo como inspiración las palabras del Salmo 15.
Te suplico que seas el faro que guíe cada una de mis acciones y que me permitas vivir para servir y para servirte.
Me comprometo a honrarte a través de cada uno de mis actos, a cumplir con mis promesas y a dirigir mis negocios de manera justa, honesta y agradable para ti.
Te ruego que me permitas ser un instrumento de tu obra y que multipliques mis bendiciones, para así, yo también poder bendecir la vida de los demás.
Señor, mi destino y mis esperanzas están en tus manos. Yo confío en ti y en tus promesas y sé que en ti encontré la paz, la plenitud, la prosperidad y el bienestar que tanto anhelo.
Amén.