MICRÓFONOS DESDE LA CÁRCEL
Del círculo íntimo de Beltrán Leyva a la cárcel: La dura condena de Óscar Fajardo
Óscar reflexiona sobre sus errores y admite que merecía estar en prisión
(Foto: Especial)
La historia de Óscar Fajardo es un retrato descarnado de cómo el abandono familiar y la marginación social pueden trazar un camino recto hacia el crimen organizado.
Desde su infancia en Cuernavaca hasta su condena de 125 años en prisión, su vida atraviesa momentos cruciales que ilustran la compleja realidad del narcotráfico en México, como cuenta a Saskia Niño de Rivera en el nuevo episodio de Penitencia.
Óscar nació en Cuernavaca y fue abandonado por su madre a los pocos meses de vida, quedando al cuidado de su abuela.
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A los 10 años, su vida dio un giro cuando sus tíos decidieron que ya no podía vivir con ellos, lo que lo llevó a buscar a su madre en Taxco.
Allí comenzó a trabajar en un mercado y conoció a una maestra que lo ayudó a terminar la secundaria, aunque la relación no era del todo sana.
A pesar de la oportunidad de ir a Estados Unidos, Óscar decidió quedarse en México, buscando siempre una estabilidad emocional que nunca llegó.
A los 18 años, en 1998, Óscar fue reclutado por el cártel de los Beltrán Leyva, influenciado por la necesidad económica y el atractivo estilo de vida que veía en sus amigos.
Empezó con halcón y gracias a su lealtad, rápidamente se convirtió en el chofer personal de Arturo Beltrán Leyva.
En ese tiempo, Óscar recuerda que dentro del crimen organizado aún se respetaban ciertos códigos, como evitar la violencia frente a niños.
Sin embargo, tras la muerte de Beltrán Leyva en 2009, todo cambió. La organización se desintegró y la violencia se desató, afectando a todos sus miembros.
Óscar sufrió una pérdida personal cuando su sobrino fue asesinado en una balacera en el velorio de un futbolista en el año 2000.
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Tras la caída del cártel, intentó formar su propia banda de secuestradores, pero sus planes no se concretaron.
Eventualmente, fue arrestado y acusado de delitos graves, como extorsión, secuestro y homicidio, por lo que fue condenado a 125 años de prisión. Durante su tiempo en el cártel, consintió mucho a sus hijos, pero con el tiempo la relación se deterioró.
Se separó de su esposa debido a la violencia que dominaba su vida y perdió contacto con sus hijos, quienes lo negaron tras su detención. “Mis hijos me han negado”, lamenta, recordando cómo fueron acosados tras su arresto y cómo su relación familiar se rompió.
Un momento significativo en prisión, fue el reencuentro con su madre biológica, a quien no había visto en muchos años.
(Fotos: Especiales)
Durante tres años, su madre lo visitó regularmente, y aunque el reencuentro estuvo inicialmente marcado por el resentimiento, la relación mejoró con el tiempo.
Este reencuentro le permitió hacer las paces con una parte de su pasado que lo había marcado profundamente desde la infancia.
Óscar reflexiona sobre sus errores y admite que merecía estar en prisión. Reconoce que las malas decisiones y las influencias que aceptó fueron factores clave en su caída.
“Yo forjé mi destino”, dice, asumiendo la responsabilidad por sus acciones, pero también critica el sistema violento y corrupto en el que se vio envuelto.
“Quise quitarme la vida tres veces aquí, recluido; la soledad, el abandono... es difícil el día con día, abrir los ojos y ver lo mismo, el ver las rejas, y no tienes pa’cuándo. Pero te vas haciendo fuerte”, cierra en la charla con Saskia Niño de Rivera.
A pesar de su situación, espera algún día poder comunicarse con sus hijos y expresarles cuánto lamenta haberlos apartado de su vida.