CRIMEN DE LOS 60s
¿Quiénes eran las Poquianchis y por qué aterrorizaron al país?
Estuvo encerrada en una habitación donde solo comía 20 frijoles y dos tortillas diarias
Foto: (El Universal)
Cuando escuchó las vejaciones que sufrió María Trinidad Hernández Martínez a manos de las hermanas González Valenzuela, “Las Poquianchis”, el periodista Eduardo Téllez Vargas sintió escalofrio.
A inicios de enero de 1964 “Las Poquianchis” sugirieron a María Trinidad Hernández Martínez, María Mejía Jiménez, Nicolasa Vázquez Domínguez, Catalina Ortega Martínez, Lucila Martínez del Campo y Adela Mancilla Alcalá, que rezaran por sus almas porque eran unas pervertidas que estaban a punto de morir.
Las mujeres estaban encerradas en dos habitaciones de la “Granja Lomas del Ángel”, de Guanajuato, en donde solo comían 20 fríjoles y dos tortillas diarias.
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Cuando una desvanecía era sacada al patio en donde la dejaban morir o era asesinada a palazos; los cadáveres eran sepultados por Salvador Estrada Bocanegra, empleado de las hermanas González Valenzuela.
Durante ese tiempo, María Trinidad Hernández de 15 años, quien tenía la piel pegada a los huesos, vio fallecer a tres compañeras.
La noche del 11 de enero, las mujeres fueron rescatadas por la policía cuando estaban en una azotea, donde pensaron que iban a matarlas.
En la “Granja Lomas del Ángel”, también resguardaron a los niños José de Jesús y María Elena de 5 y 8 años, quienes desconocían a sus padres y llamaban a “Las Poquianchis” como sus madrinas.
Los menores presentaban anemia porque sólo comían una vez al día; además, explicaron que recibían golpizas cuando hacían mal el quehacer de una casa de San Francisco del Rincón, propiedad de las hermanas González Valenzuela.
VENDIDA POR 500 PESOS
En 1962 María Trinidad Hernández encontró, cuando iba hacer un mandado, a una señora llamada Josefina Gutiérrez García, quien le ofreció trabajo como sirvienta con un sueldo de $250 pesos mensuales, casa, comida y ropa.
Emocionada abandonó a su familia, que vivía en el municipio de La Piedad, Michoacán, para ser llevada a San Juan de los Lagos, Jalisco, donde fue vendida por $500 pesos a Las Poquianchis.
“Apenas entré a esa casa en San Juan de los Lagos, (…) presentí lo que iba a ocurrir, había muchos hombres y Delfina González Valenzuela me arrojó a ellos como si fuera un trozo de carne que se tira a famélicos perros.
Los hombres se me acercaron y se me echaron encima y mancillaron, entre carcajadas y gritos que semejaban escapados de un manicomio”, dijo María Trinidad Hernández.
Cuando alguna de sus compañeras iba a ser madre, la ataban de las manos a una argolla pendida al techo para golpearla con unos garrotes; si desmayaba, los capataces le arrojaban baldes de agua fría.
ASOCIACIÓN DELICTUOSA
La detención de las hermanas Delfina, María de Jesús y Carmen González Valenzuela, ocurrió porque, al escapar de una propiedad de “Las Poquianchis” en San Francisco del Rincón, Catalina Ortega las denunció en una jefatura de la policía de la ciudad de León.
Cuando Delfina y María de Jesús ingresaron a la prisión de San Francisco del Rincón, cerca de 2 mil personas las esperaban y las insultaron por los más de 150 crímenes que la prensa les atribuyó.
Foto: (El Universal)
Durante el proceso judicial, “Las Poquianchis” señalaron a sus acusadoras como malagradecidas porque gracias a ellas tuvieron un techo en donde vivir, comida y dinero.
También explicaron que las mujeres bajo su custodia cometieron crímenes sádicos cuando se peleaban y dijeron que Adela Mancilla había asesinado a su hermana Ernestina.
Sin embargo, Adela recordó que, bajo presión, “Las Poquianchis” la obligaron a que golpeara con un garrote a su hermana, quien después fue bañada en gasolina para ser quemada viva.
Por los delitos de asociación delictuosa, homicidio, inhumación clandestina, lesiones, secuestro, trata de personas, amenazas y privación ilegal de la libertad, las hermanas González Valenzuela fueron condenadas a pasar 40 años en prisión.
En 1968, Delfina falleció cuando le cayó en la cabeza una cubeta con cemento; dieciséis años después, María Luisa muró de cáncer; María de Jesús recuperó su libertad, pero en la década de los noventa murió.
De acuerdo con versiones periodísticas de la época, las hermanas González Valenzuela contaban con una red de enganchadoras en la Ciudad de México, entre ellas estaban Altagracia Vargas Gámez y Amalia Ríos Vargas.
Foto: (El Universal)
También tenían prostíbulos en Guanajuato y Jalisco, el más famoso era “El Guadalajara de Noche” en Lagos de Moreno, que las hizo poseer una fortuna de entre 20 y 30 millones de pesos.