Reo de Santa Martha Acatitla sube al ring para darle un knockout a la adversidad

Era apenas el primer round de la batalla cuando Eduardo Medrano, quien paga una condena en el Reclusorio Sur, perdió la suela de su zapatilla derecha, pero eso no le impidió seguir en la batalla contra Daniel Aguilar, de la Secretaría de Seguridad Ciudadana (SSC).

En las tribunas del auditorio del Centro Varonil de Readaptación Social de Santa Martha Acatitla (Cevareso), las personas privadas de su libertad, todas vestidas con ropa en color beige, lo apoyaron con un grito de “au, au, au”, que se tornó en un coro gigantesco.

Con tranquilidad, Daniel se dirigió a su esquina, donde su mánager le arrancó la suela y regresó a la batalla. Así, al fragor de la batalla, perdió la suela del lado izquierdo, pero siguió peleando, buscando agradar a las tribunas, donde fue premiado con sonora ovación, tras decretarse un empate.

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Con su medalla colgada al pecho, un guante, su trofeo y las suelas de sus zapatillas en la mano, Eduardo estaba feliz, “valió la pena la chinga de entrenar. Dimos una gran pelea y con eso me quedo”.

De tez morena y sonrisa de niño que encierra el rostro duro de los cinco años que lleva en la sombra, recuerda que dejó trunca la secundaria por un problema. “En la calle y con las malas compañías, uno busca la fama y demostrar a la mala que es el mejor”.

EL DATO

Tiene aún dos años y medio de condena, pero podría salir antes por el boxeo y su buena conducta.

(Foto: Especial)

ROUNDS A LA SOMBRA

Por Rodolfo Rosales

Por un momento, las personas privadas de su libertad se olvidaron de que viven aisladas de la sociedad debido a sus errores y esto fue gracias al boxeo, durante la función patria realizada en el Centro Varonil de Readaptación Social (Cevareso) de Santa Martha Acatitla con un encuentro entre internos y policías.

Sobre un ring y con guantes, policías y presos dieron lo mejor en cada uno de los rounds de las 12 peleas que se realizaron. En las tribunas del auditorio del Cevareso, los reclusos se quedaron roncos de tanto apoyar a sus compañeros que se enfrentaron a los policías. La mayoría de las contiendas terminó en empate, de nivel muy parejo.

Por unas horas, las personas privadas de su libertad se olvidaron del lugar donde estaban, para imaginar que disputaban algún campeonato en la Arena México. Al bajar del ring, con los estragos de la batalla dibujados en el rostro, destacaba su son-risa de satisfacción por haber cumplido sobre el cuadrilátero. Abajo volvían a la realidad, pero con el reconocimiento del público, así como de sus compañeros internos.

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