En junio de 1846 fue arrestado y enviando a una cárcel en Seúl; allí estuvo tres meses y el 16 de septiembre fue decapitado, cuando apenas tenía 26 años.
Su figura es una pequeña muestra de la persecución religiosa de las que son víctimas los cristianos en el oriente.
En la actualidad los católicos no gozan de plena libertad para practicar su fe y como sucedió con este santo, siguen siendo perseguidos por sus creencias.
El 19 de junio de 1988 el Papa Juan Pablo II lo canonizó y proclamo santos a 117 mártires que derramaron su sangre en la Conchinchina, Annam y Tonkín, en la actualidad el norte de Vietnam.
Fue la primera canonización que se realizó fuera de Roma en los últimos 700 años, y es que la situación lo ameritaba, porque estaban siendo premiados con la santidad el primer sacerdote coreano y sus 102 compañeros.