Queridos hermanos este 9 de septiembre recordaremos a Pedro de Claver, un jesuita y evangelizador de los territorios colonizados por los españoles que llamaban las Indias (las Américas).

Pedro Claver nació en junio de 1580, en Verdú, España. Hijo de campesinos catalanes quienes  procrearon seis vástagos, de los que solo sobrevivieron tres por las complicadas condiciones de salud de su época. 

De acuerdo con los historiadores, en su infancia trabajó en el campo de su familia, sin saber nada de Dios. 

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A sus 19 años, Pedro ya se había graduado de la Universidad de Barcelona, posteriormente decidió ser jesuita.

Estudió Fisolofía y conoció la inspiración de Dios a través de San Alonso Rodríguez, portero de su colegio.

Pedro Claver con gran fe se embarcó hacia la Nueva Granada en 1610, donde debía estudiar su teología en Santa Fe de Bogotá, hoy Colombia.

En esas tierras estuvo dos años, uno en Tunja y luego en Cartagena, donde fue ordenado sacerdote el 20 de marzo de 1616.

En 1650, Pedro Claver enfermó de la terrible peste que azotaba en esos tiempos y aunque sobrevivió su vida no fue la misma porque las secuelas que le dejó ya no le permitieron trabajar por lo que permaneció los últimos años de su vida inmovilizado en la enfermería del convento.

Desgraciadamente pese a que Pedro Claver era considerado una persona muy importante en Cartagena, por su trato con los pobres y consolador de los desdichados, ante la enfermedad, fue abandonado y en la soledad se dedicó a la oración a nuestro señor.

Pedro Claver murió el 8 de septiembre de 1654 y fue elevado a los altares el 16 de julio de 1850 por el Beato Pío IX, y canonizado el 15 de enero de 1888 por León XIII, junto con Alfonso Rodríguez. 

Hoy conmemoramos la dignidad de su trato y el trasladar la religión al nuevo continente.

El 7 de julio de 1896 fue proclamado patrón de todas las misiones católicas entre los africanos.

PODEROSA ORACIÓN A PEDRO DE CLAVER

Dios amado padre nuestro, que creaste al hombre a tu imagen y semejanza 

y por medio de nuestro hermano Jesucristo que se entregó hasta la muerte, lo redimiste; 

te damos gracias por tus innumerables beneficios y por habernos regalado 

a nuestro patrono San Pedro Claver 

quien contribuyó con sus fatigas al rescate de la dignidad de las personas 

desde su entrega incondicional a los esclavos.

Te pedimos por su intercesión, que nos ayudes a luchar 

contra las nuevas formas de esclavitud y a ponernos al servicio de los hombres, 

para que en cada uno de ellos rescatemos tu imagen y podamos vivir como hermanos.

Amén.