Más Información

Fue entonces cuando Wenceslao mandó a llamar a San Juan a solas y trató de convencerlo para que revelara los secretos más íntimos de la reina. A través de promesas, el soberano lo interrogó sin éxito.
Nepomuceno se negó en todo momento a romper el secreto de confesión, así que Wenceslao ordenó que lo mataran, pero no de una manera rápida y sin dolor. Decidieron causarle el mayor daño posible.
San Juan fue atado la cabeza sobre los pies y fue lanzado al Río Moldava. A la mañana siguiente, habitantes del lugar pudieron observar una misteriosa luz flotando en el río, se trataba del cuerpo sin vida del Padre Juan, por lo que lo recogieron y le dieron santa sepultura.

Pasaron 300 años de su muerte para que una comisión de médicos y sacerdotes descubrieran que la lengua del mártir se encontraba incorrupta, aparentemente estaba seca y girs, pero de repente y frente a todos, él empezó a tomar la apariencia de una persona viva. Todos los presentes se pusieron de rodillas ante este milago y fue entonces, un 16 de mayo, cuando fue proclamado como un santo.
Protector y abogado San Juan Nepomuceno, que a pesar del tiempo trascurrido desde tu gloriosa muerte, no se ha conocido hasta ahora que quien, con verdadera confianza y esperanza, se acoge a tu santo y poderoso patrocinio haya quedado sin respuesta favorable en sus peticiones.
Son sin número, san Juan Nepomuceno, protector mío piadosísimo, las maravillas que ha hecho Dios, y sigue haciendo, por tu mediación en todo el mundo para el socorro de toda clase de necesidades.

(Fotos: Pixabay)
Confío que he de ser uno de los que con agradecimiento testimonien tus grandes misericordias con el favorable despacho de mis presentes ruegos; si por mi miseria no te pido debidamente las súplicas para que agraden a Dios, enderézalas tú, te lo ruego, intercediendo con nuestra poderosísima Madre, la Virgen María Santísima, que es el medio por donde todo nos viene de Dios, y la que por gracia tiene en su mano la Divina Omnipotencia, para que así sea otorgada mi demanda: (pedir lo que se quiere conseguir).
San Juan Nepomuceno, abogado del buen nombre y el honor, dígnate apartar de mí toda infamia y mentira, toda habladuría, mala lengua, difamación, falso testimonio, calumnia y humillación, toda intriga, deshonra, mala fama y confusión pública que por cualquiera parte me amenace, y concédeme que disfrutando yo de los honores y bienes de la tierra, no pierda los eternos que para sus escogidos tiene el Señor preparados en el Cielo.
Amén.