MICRÓFONOS DESDE LA CÁRCEL

Dani está convencida de estar presa sólo por ser mujer, Saskia Niño de Rivera difunde el caso

No te pierdas este nuevo episodio de Penitencia, un pódcast de Saskia Niño de Rivera, cofundadora de Reinserta

 

Dani está convencida de estar presa sólo por ser mujer, Saskia Niño de Rivera difunde el caso

(Foto: Especial)

Historias 01/04/2024 09:17 Redacción Actualizada 09:17
 

Recién había cumplido los 18 años, Dani fue detenida por presuntamente formar parte de una banda de asaltantes que en realidad encabezaba su novio sin que ella lo supiera; lo que sí sabía es que en el momento que fue ingresada a prisión tenía cuatro meses de embarazo.

El amor incondicional de madre, ese que antepone el bienestar de los hijos, le ha permitido mantener una luz de esperanza después de casi dos décadas en prisión por un delito que nunca cometió.

Si de algo pudiera acusársele es de haber confiado en su novio, en el galán que la sedujo siendo menor de edad, el padre del hijo que parió en la cárcel y que la salvó de ser golpeada con brutalidad por los agentes ministeriales cuando la detuvieron hace 18 años.

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Él estaba al frente de una organización de asaltantes de transporte público, pero a Dani le dijo que era “contratista de obras públicas”. Fue su primer novio y por creer lo que le decía terminó presa, sentenciada a vivir los mismos años que tenía, pero tras las rejas.

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“Él me decía que era niño bien, que trabajaba, que estudiaba, pero realmente no era así. Tenía un grupo delictivo que se dedicaba al robo a transporte, y era el jefe. Me lo confesó cuando nos detuvieron, cuando por el simple hecho de ser su novia también me metieron a la cárcel”, recuerda Dani ante el micrófono de Penitencia, el pódcast con el que entran los micrófonos de Saskia Niño de Rivera a la cárcel.

“Cuando nos detuvieron, yo era la única mujer. Antes de entrar a la delegación, nos juntaron a todos, y él acepta se dedica a eso, pero como ya tenía relación con policías les quiere dar dinero, pero estos no se dejaron comprar. Recuerdo que uno le preguntó que si no le daba pena que su novia se fuera a la cárcel por su culpa, y él simplemente dijo que no. En ese momento, no quise saber nada más de él”.

Ingresar presa se convirtió en una losa apenas soportable, pero que se hizo aún más pesada cuando perdió el único tesoro que aquilataba: su familia, su hogar y muchos años de libertad.

Pasó de la vida juvenil a sobrevivir en la cárcel, a soportar la segunda mitad de un embarazo en soledad, sin el apoyo de nadie.

Su crimen, ser mujer 

Acusada por robo y pandillerismo, su primera sentencia la enclaustró 18 años. Pruebas en su contra no hubo ninguna. “La primera vez que me sentencia el juez dice que soy una persona fémina, y yo le pregunto que qué es eso y me dice que porque soy mujer. ¿Y eso qué tiene qué ver? Y dice “nada más por eso”. Y me sentencia por ser mujer y me da la pena más alta del grupo.

—¿Pero bajo qué argumento?

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—Dijo que las mujeres somos más inteligentes. Que nosotras manipulamos a los hombres. Ese fue el motivo por el cual me sentenciaron.

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Dani nunca pudo contratar un abogado y los defensores de oficio nunca tomaron su caso con seriedad. Ella asegura que el estigma de la sociedad de que las mujeres deben estar en casa, someterse, sin contestar y que las mujeres deben servirles a los hombres es parte de lo que la dejó en prisión.

Con una sentencia de 18 años a cuestas y un bebé recién nacido, Dani decidió vivir la segunda gran ruptura en su vida: sacar a su hijo de la cárcel, convencida de que necesitaba alejarse de figuras y prácticas nocivas. A sus tres años, el bebé fue entregado a una tía, pero después a una institución de asistencia que le garantizaba al pequeño no crecer en un ambiente tóxico.

Dani intentó llenar la ausencia de su hijo con drogas y alcohol, con sustancias que jamás había probado. Vivió un año como adicta, por lo que le abrieron un nuevo proceso y le agregaron 3 años y 9 meses a una sentencia que ya había logrado reducir a 14 años. Logró entrar a un proceso de rehabilitación en donde encontró aliadas que nunca tuvo: abogadas, psicólogas y terapeutas que le ayudaron a ver que no todo está cuesta arriba. 

“El hecho de que ‘Dani’ pida mantenerse en el anonimato para esta entrevista, por miedo a que su hijo viva las consecuencias de que ella está en prisión, retrata muy bien el machismo como una ideología, es el machismo que se pone en práctica dentro de las familias”, reflexiona Saskia Niño de Rivera.

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