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Su búsqueda de adrenalina la impulsó a desafiar las normas, a escaparse de casa y a enfrentarse a la policía.
Sin embargo, detrás de esa fachada de fortaleza, se escondía una niña vulnerable que sufrió abusos por parte de las personas encargadas de su cuidado.
El miedo y la confusión la llevaron a la sumisión, y dejaron profundas cicatrices.
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(Foto: Ilustrativa, ChatGPT)
A pesar del dolor, encontró la fuerza para confrontar a sus padres, quienes, conmocionados, reconocieron su falta de atención y le ofrecieron disculpas.
Sin importar las dificultades, Coral demostró una notable capacidad de adaptación. Se mudó a México, donde se enfrentó al acoso escolar por su origen “pocho”, pero con tenacidad logró salir adelante con diversos empleos y estudiando. Su vida parecía encaminarse hacia el éxito, pero el destino le tenía preparado un nuevo golpe: el asesinato de su esposo en una balacera.
Sumida en la depresión, Coral se aferró al recuerdo de su esposo y a la esperanza de su reencarnación en un ave, la cual tiene tatuada, símbolo de libertad y trascendencia. Detrás de un nuevo comienzo, se trasladó a Tijuana, donde la tragedia la alcanzaría nuevamente.
Un error de juicio, impulsado por la ambición y la necesidad, la llevó a intentar robar una casa. El plan salió mal y, en un forcejeo, Coral roció con ácido a su víctima y la hirió con una navaja.
Este acto violento, ajeno a su naturaleza, la llevó a prisión, donde fue condenada a 15 años.
La cárcel se convirtió en su nuevo hogar, un lugar donde ha experimentado la dureza del encierro, la corrupción y la violación de sus derechos.
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(Foto: Ilustrativa, ChatGPT)
Sin embargo, en medio de la oscuridad, Coral encontró una luz: la religión y la terapia. Estos espacios le permitieron reflexionar sobre sus errores, sanar sus heridas y encontrar la paz interior.
Coral no se ha rendido. Aprendió a defenderse sola en las audiencias, da clases de inglés y se enfoca en su crecimiento personal. A pesar del dolor y la vergüenza, se reconcilió con sus padres y les mostró sus logros, mostrándoles que la cárcel no la había quebrado.
La historia de Coral es un recordatorio de que todos tenemos la capacidad de cambiar, de aprender de nuestros errores y de encontrar la redención, incluso en las circunstancias más adversas.
“Es una historia de resiliencia, de superación y de esperanza, que nos invita a creer en la posibilidad de un futuro mejor, incluso cuando el presente parece oscuro”, concluye Saskia Niño de Rivera.