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“Me gusta mi oficio, conozco mucha gente, de eso he vivido y bien, pero en los últimos dos años, las ganancias son menos.
“Por ejemplo, nosotros debemos pagar tenencia, dos verificaciones, tarjetón y seguro obligatorio, cosas que si no tienes, no puedes salir y si lo hacen sin ellas, te agarran y vas al corralón.
“A los de aplicación no les piden eso. No son parejos, por eso el próximo año, que deja de circular mi carrito modelo 2014, ya no lo voy a modernizar, mejor vendo las placas.
“Así pasaré a ser uno más de miles que han quebrado por la indiferencia de las autoridades ante el incremento de los taxis de aplicación.
“Me duele, pero gracias a mi carrito le pagué los estudios profesionales a mis dos hijos y compré un departamento en Iztacalco.
“Ser taxista es un orgullo, pero al retirarme, cerraré una página importante y muy bonita de mi vida; aunque a mis vecinos y clientes que tengo, les seguiré dando servicio, ya como particular, sin estar en plataforma y sin nada con el gobierno, así es la ley en esta ciudad”.
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