La siguiente historia nos la compartió nuestro amigo Miguel, a quien le tocó bailar con la más fea.

“Mire, le cuento, circulaba por avenida del Imán, había un operativo de parte de la Semovi, donde estaban deteniendo a varios compañeros.

“A mí se me hizo fácil pasar rápido por un costado de ellos y gritarles ‘pinches perros’ y hasta me fui feliz al ver la cara que pusieron al escuchar mi grito y sonrisa.

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“No contaba que, en una calle adelante, estaban dos motociclistas, a quienes los de la Semovi le pidieron el apoyo, y que se van tras de mí.

“Intenté meterme entre las calles y casi los perdía, pero para mi mala suerte, se me atravesó un perro. Para no atropellarlo, di el volantazo y me estrellé contra un árbol.

“Entonces llegaron los motociclistas, me detuvieron y se llevaron mi taxi al corralón. Casi me descargan todo el código penal, pues me acusaron de falta de respeto a la autoridad, no obedecer la señal de detenerme de los policías y daño ambiental.

“Mi chistecito me salió muy caro, pero me dejó la lección de respetar a las autoridades, porque ellos, al igual que nosotros, hacen su chamba. Esto me ocurrió el año pasado y es hora de que aún mi taxi está en reparación. He dejado de ganar dinero y por lo pronto manejo un coche que no es mío”, concluye en su confesión.

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