¿Taxista por mandato del destino? Así fue la historia de Pedro

En su vida Pedro imaginó convertirse en taxista; sus metas eran otras, pero los caprichos del destino lo pusieron detrás del volante.

“Mi padre, a mucha honra, fue taxista toda su vida y cada que llegaba a la casa, se quejaba de dolores en las piernas, los riñones y la cabeza.

“Desde que pasé a sexto año y cursé la secundaria, aunque cansado, él siempre llegaba y nos ayudaba con las tareas, pero siempre nos decía: ‘estudien, no quiero que se frieguen como yo, por no hacerle caso a mis padres’, y nosotros no entendíamos.

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“Yo pensaba que lo mejor era estudiar, mi meta era el Conalep, porque en casa había mucha necesidad.

Terminé la carrera de máquinas y herramientas, y trabajaba en un taller de torno, donde no me pagaban mal y podía apoyar en la casa.

“Pero la vida no es color de rosa, un día mi padre tuvo un accidente, del cual no pudo volver a caminar y no me quedó más remedio que trabajar el taxi por las noches.

“La mera verdad, no me gustaba mucho, pero poco a poco le fui tomando cariño, pues todos los días teníamos dinero y lo que me pagaban en el taller, servía para la despensa de la semana.

“Ahora, a seis años de ese cambio en mi vida, ayudo a mis padres y otro de mis hermanos maneja el taxi de día, yo de noche y vivimos bien; ahora sí que soy taxista por accidente”.

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