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“Total, que el señor, quien no paraba de llorar, me dijo: ‘lléveme a mi casa y luego con su amigo de la funeraria. En el camino, me contó que su esposa se cayó al subirse a un banco para limpiar la cocina y se pegó en la cabeza. Que llevaba dos semanas en coma, pero debido a que el golpe fue muy fuerte, no sobrevivió. “También me dijo que tenía un niño con autismo y que mientras él trabajaba, su esposa lo cuidaba y lo llevaba a sus terapias, y eso me rompió el corazón, porque una muerte hace infelices a muchos, en este caso a estas dos personas. Llegamos a la funeraria, le conté su historia a mi amigo y la verdad que le dio un superprecio; yo no le cobré el servicio, porque el dinero de la dejada se recupera, pero la vida, no”.
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