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“Ya entrada la madrugada llegaban los taxistas a llevar a su casa a los trabajadores y trabajadoras del lugar, a mí me llevaba don Carlos, un señor que vivía por mi colonia y me cobraba más barato.
“Hicimos buenas migas, a veces pasábamos a su casa y así. Pero una noche se empezó a sentir mal, por lo que tuve que manejar y llevarlo al hospital, desde donde llamé a su esposa.
“Lo operaron de una hernia y tendría que quedarse dos meses en casa. Fue cuando me propuso que trabajara su taxi por las noches, así que tuve que dejar mi chamba de tarjetero, pero fue por una buena causa.
“La mera neta fue una bendición, porque don Carlos sólo me pedía cuenta y como en las noches ya tenía sus tarifas acordadas con sus clientes, pues sí me quedaba una buena lana, mucho más que de tarjetero.
“En cuánto se recuperó, me dijo que ya no pensaba trabajar por las noches, que lo haría de día, así que me dejó el taxi y la verdad, mi vida ha cambiado, porque tengo tiempo para estar con la familia y eso está de peluche. Gracias por su atención”, concluye. Manda tu historia a rrodolfo68@yahoo.com.mx