MICRÓFONOS DESDE LA CÁRCEL
Violencia familiar condenó a Lázaro: Encarcelado tras ver cómo su papá casi mata a su mamá
23 años encarcelado, una historia de resiliencia y aprendizaje
(Foto: Especial)
Lázaro, un hombre de 43 años, se encuentra atrapado en las sombras del penal, un lugar que ha marcado su vida desde hace más de dos décadas. Su encarcelamiento, que comenzó a los 20 años, ha sido un largo relato de batallas internas y el anhelo de recuperar el tiempo perdido.
A través de una conversación reveladora con Saskia Niño de Rivera, Lázaro compartió su historia en el nuevo episodio de “Penitencia”, una narrativa que invita a la reflexión sobre la pérdida de la juventud en un entorno hostil.
Criado en un hogar donde la violencia y el alcoholismo eran constantes, Lázaro experimentó desde joven el peso de un entorno familiar desestructurado. Las memorias de su infancia están impregnadas de momentos de sufrimiento, ya que su padre, atrapado en en el trago, trasladó su dolor a la familia.
A los 14 años, Lázaro se vio forzado a dejar su hogar en busca de una vida mejor, pero la independencia vino con un precio alto.
Su travesía lo llevó a Ciudad del Carmen, donde comenzó a trabajar como albañil, carpintero y “fierrero”. Aunque carecía de educación formal, Lázaro se esforzó por aprender y mejorar su situación, contribuyendo al sustento de su familia. Sin embargo, a los 20 años, fue arrestado y encarcelado por un crimen que cambiaría su vida para siempre.
Ese evento marcó el inicio de una larga condena, donde cada año se ha sentido como un ladrillo más en la pesada carga de su existencia.
La primera noche en prisión fue una de las más aterradoras de su vida, un choque brutal con la realidad de un sistema penal que no perdona. Recuerda cómo, al entrar, se sintió despojado de su humanidad, rodeado de un ambiente hostil que lo enfrentó a sus peores temores. Desde entonces, Lázaro ha transitado por diversas instituciones carcelarias, cada una con su propio conjunto de desafíos. Sin embargo, ha encontrado formas de mantener su espíritu vivo y la esperanza de un futuro mejor.
Durante la charla, Lázaro reflexionó sobre el dolor de perder su juventud en la cárcel. Cada año que pasa es un recordatorio de los sueños y oportunidades que no pudo perseguir. El tiempo ha sido un ladrón silencioso, llevándose su juventud y dejando una huella profunda en su corazón.
A pesar de esto, se aferra a un deseo de cambio, no solo para sí mismo, sino también para aquellos que lo rodean. A través de su propia transformación, anhela demostrar que es posible renacer incluso en las circunstancias más oscuras.
La relación de Lázaro con su madre también resuena en su discurso. Ha sido testigo del deterioro de su salud, un reflejo de las decisiones tomadas en el pasado y de las cadenas que aún los mantienen unidos.
Su madre, a pesar de haber soportado la violencia en su hogar, ha sido un pilar en su vida, y la distancia física y emocional que la prisión impone pesa sobre él. A través de estas experiencias, Lázaro ha llegado a comprender la complejidad de las relaciones familiares, especialmente en contextos donde la violencia y la desesperanza son moneda corriente.
Desde su celda, busca inspiración en otros y se esfuerza por aprender cada día, ya sea a través de libros o de sus conversaciones con otros prisioneros. Aunque el sistema penitenciario a menudo parece diseñado para castigar, Lázaro insiste en que las oportunidades de rehabilitación pueden existir si hay voluntad de cambio. Su deseo de ser escuchado y comprendido se convierte en un llamado a la acción para quienes tienen la capacidad de hacer una diferencia.
A través de su historia, Lázaro nos recuerda la importancia de mirar más allá de las etiquetas de criminalidad y condena. Su narrativa no es únicamente sobre el sufrimiento, sino sobre la búsqueda de esperanza y redención. En un mundo donde los números a menudo eclipsan las historias personales, su voz se alza como un testimonio de la necesidad de empatía y comprensión.
Lázaro anhela que su historia sirva para abrir los ojos de la sociedad hacia las realidades de quienes, como él, han perdido su juventud en la cárcel, invitando a una reflexión más profunda sobre la vida, las oportunidades y el potencial de redención que todos merecen.