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Suman dos las casas de huéspedes de la Santa María la Ribera que han sido clausuradas en los últimos días. Son negocios en donde dormían migrantes y en donde la basura y las peleas eran el menor de los problemas que causaban los extranjeros.
Es el número 24 de la calle Enrique González, la segunda casa de huéspedes clausurada por el Invea. Se trata de predio ubicada a menos de 100 metros de donde hace 15 días fue cerrado otro de los dormitorios.
Aunque ambos sitios daban asilo a colombianos y venezolanos, en el número 24 también albergaban a mexicanos con sus familias.
“Aquí vivía de todo, había mucho migrante pero también vivíamos mexicanos con familia y necesitados de un techo”, dice uno de los hombres que ahí solía dormir con su pareja e hija.
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Aunque los sellos advierten que toda persona que viole la clausura será sancionada, los sellos fueron retirados y ayer por la mañana los habitantes se encontraban dentro del establecimiento.
A pesar de la clausura, los habitantes dicen que por las noches los grupos de venezolanos y colombianos aún se reúnen en la calle para tomar alcohol y consumir drogas.
Y es que, para los extranjeros, la clausura de las dos casas de huéspedes solo representa un cambio de lugar donde vivir. Ellos, según los vecinos de la zona, encuentran dormitorios en vecindades ubicadas en la misma calle o en calles aledañas.
La cercanía de las casas de huéspedes permite que ellos se agrupen en las calles de la colonia en donde han ocurrido homicidios cometidos por los extranjeros.
Los vecinos que por años han vivido en la Santa María la Ribera dicen que la clausura no es suficiente para mantener el orden en la colonia.
