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Madre ve a Marco Antonio Sánchez como demonio
La madre del adolescente que desapareció desconoce a su hijo, asegura que está muy mal
Foto | Cortesía Twitter
De un momento a otro Marco Antonio Sánchez Flores se transforma en un completo desconocido. Pasa del “te amo mamá, me hace falta mi sabanita”, a desconocer a la mujer que le dio la vida. Se desconecta de la realidad, no enlaza las ideas y grita frases sin sentido: “El que se mete ahí no sale”, “si te someten no te dejan ir”, “hace falta oxígeno y no nos hacen caso”.
Mientras desayuna vorazmente papas con bistec, las tres galletas, la taza de atole y los dos Danoninos que le ofrecen en el Instituto Nacional de Pediatría, Edith Flores, madre del adolescente de 17 años, nota que presenta delirios, producto de lo que vivió los días que estuvo ausente.
“Yo desconozco a mi hijo. Lo veo con el cuerpo de Marco, pero con la actitud del demonio o de un ser al que transformaron. No sé qué le hicieron, no sé qué le dieron, pero realmente está muy mal”.
Hace seis días Marco era un joven normal. La última vez que Edith habló con él fue el 23 de enero a las 7:45 de la mañana, cuando le llamó mientras corría con “Pancho”, un perro Schnauzer que le regaló su papá.
Ella se fue confiada al trabajo porque el muchacho parecía estar bien. A las dos de la tarde volvió a marcarle, pero ya no contestó.
Roberto Bernardo, el amigo que fue testigo de su detención, afirma que estaba con Marco cuando vio la llamada perdida de su madre, pero que como estaban bien dijo que después se comunicaría. Días antes, los amigos se pusieron de acuerdo para que Bernardo fuera a conocer la Prepa No. 8 “Miguel E. Schulz”, en donde Marco cursa el quinto año.
El martes de su desaparición, a Marco le tocaba conocer el Colegio de Bachilleres número 1 en donde Bernardo estudia. Hoy este joven es pieza clave en la investigación.
De ese hijo único, amante de los waffles y las malteadas de fresa, de ese adolescente que le contaba a su mamá sobre la chica que le gustaba, de ese joven que leía en voz alta los poemas de amor con los que participaría en el Concurso Interpreparatoriano de Poesía y que disertaba sobre el significado de la concepción de la palabra “espíritu” en la obra de José Vasconcelos, hoy sólo quedan lapsos intermitentes de conciencia.
De lo que fue su hijo, Edith asegura que sólo quedaron unos labios deshidratados, un cuerpo golpeado y una mente que no reconoció a su madre la primera vez que la vio después de 120 horas de ausencia.
“Empezó a decir groserías, cuando él no acostumbra decirlas. Le cambiaron el suéter; el pantalón que traía amarrado a la cintura con un lazo, le quitaron los tenis, le robaron un celular y la computadora que llevaba en la mochila”.
Edith llora cuando recuerda los lapsos de delirio en donde Marco de forma incoherente habla de cigarros, drogas y sprays rojos, sean consecuencias de estas contusiones.
Aunque todavía no existe un diagnóstico contundente, médicos legistas le han tomado medidas a su cara, brazos y piernas para hallar los rastros de los golpes que Marco pudo recibir durante estos días.
De manera extraoficial le han hecho comentarios a Edith sobre su gravedad especialmente en uno de los pies, donde tiene una profunda escoriación e hinchazón.
Todos los gastos para el cuidado y los exámenes a los que se ha sometido a Marco corrieron por cuenta sus padres, porque el apoyo de las autoridades no incluye dinero para cubrirlos. El apoyo oficial que según Edith le ha dado el gobierno es de tipo psicológico y de custodia para ella y para su hijo.
“Se le hizo una tomografía y otros estudios médicos que han costado como mil 200 pesos, de los cuales no se ha hecho cargo la Subprocuraduría de Atención a Víctimas. En la noche fueron por parte de esta dependencia a darme solo 500 pesos para que comiera, me compraron un café y me regalaron una frazada”, comenta Edith, quien trabaja en la Universidad Nacional Autónoma de México como secretaria del Departamento de Formación Integral de la Escuela Nacional de Trabajo Social.
Fue minutos la mañana de ayer cuando una trabajadora social le solicitó a Edith firmar unos documentos para eximirla de algunos pagos.
De entre los exámenes médicos que la madre ha solicitado se encuentra el toxicológico, sin embargo Edith afirma que no se le ha realizado y desmiente las aseveraciones que se han hecho sobre las adicciones del menor.
“Si tuviera siempre la apariencia como la que tenía cuando me lo entregó la policía: la de un vagabundo, Marco no estaría en Prepa 8 y en el supuesto de que fuera adicto creo que eso lo convierte en una persona incluso más vulnerable y por ende se deben respetar más sus derechos”, comenta la mujer.
Apenas unas horas después de ver a Marco, la mujer pide que se lo entreguen como se lo llevaron.