SE PERDIÓ EN PARADERO
Braulio desapareció hace 3 años en Pantitlán y su familia lo busca, con pocas esperanzas
La última vez que lo vio, fue a las 17:00 horas, cuando a 20 metros del puesto en donde vende tortas, tuvo contacto visual con él desde lejos
(Foto: Archivo, El Gráfico)
El 28 de septiembre de 2016, a las 7:50 de la noche, en el metro Pantitlán se voceó un nombre: Braulio Bacilio Caballero. Ese día, un aguacero colapsó la zona y decenas de personas quedaron varadas en los andenes del metro.
Un caos paralelo lo tenía Fernanda Caballero en el corazón. Tres horas antes, su hijo Braulio, de 13 años, desapareció en las inmediaciones del paradero del metro, a la altura del andén H.
La última vez que lo vio, fue a las 17:00 horas, cuando a 20 metros del puesto en donde vende tortas, tuvo contacto visual con él desde lejos. De pronto, desapareció y desde entonces no se sabe nada de su hijo.
Ese miércoles, como todos los días de escuela, Braulio pasó a comer a su casa, hizo la tarea —estudiaba en la Telesecundaria José Antonio Alzate—, para luego salir hacia el paradero, y ayudarle en el puesto de tortas a su mamá.
Cuando desapareció llevaba en una bolsa negra una lámpara; vestía un pantalón de mezclilla azul marino, playera blanca con un estampado de Ferrari y sudadera de borrega, color azul cielo con rayas negras.
Braulio es un niño de casa. Tímido y amoroso, recuerda su madre. “Soñaba con ser militar. Le gustaba mucho jugar futbol y siempre regresaba a la hora que le indicaban”, comenta Fernanda.
Ese día, cuando vio que Braulio no regresaba, la mujer cerró el puesto a las 18:30 horas y comenzó la búsqueda. Caminó por la zona, por los túneles y solicitó ayuda a los policías del Metro, pero fue imposible encontrarlo.
La mamá trató de pedir la Alerta Amber por teléfono, pero le dijeron que tenían que esperar 72 horas. “Pasado ese tiempo marqué y me dijeron que ya no podía sacarla porque tenía que haberlo hecho pasadas las 42 horas”, dice Fernanda, quien recuerda que cada vez que hablaba la dejaban en espera o le decían “déjeme ver” y nunca la publicaron, aunque el pequeño era menor. Con sus medios, ella sigue en busca de su hijo.