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Durante la riña, hubo intercambio de golpes y rocazos, además de que se escuchó una detonación.
Al terminar la gresca, Antonio notó que de su rostro escurría sangre. A uno de los oficiales se le había escapado un tiro, que rozó el rostro del hombre de 42 años.
De inmediato, el lesionado fue llevado a un hospital a bordo de un automóvil particular, donde más tarde, tras realizarle una curación, los médicos lo dieron de alta, ya que su herida no ponía en riesgo su vida y sólo era superficial.
Hasta ese momento, ninguno de los oficiales que participaron en la riña había sido detenido.