Centinela Azul y su hijo venden golosinas en las calles del Centro de la CDMX

Plaza de la República. — Al pie del Monumento a la Revolución, el Centinela Azul y su pequeño ofrecen dulces para “sacar un cambio” que les permita completar el gasto del hogar.

Desde hace 15 años este carnal recorre las calles de la Ciudad de México vendiendo chocolates y en algunas ocasiones chicles, para darle variedad a sus clientes.

Luego de que el Centinela Azul Jr. sale de la primaria ambos se avientan su recorrido por el Centro. Los puedes ver por Paseo de la Reforma a la altura de la Zona Rosa, el Ángel de la Independencia, la fuente de la Diana Cazadora y en la Alameda Central.

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Vecino de la colonia Santa María La Ribera, a veces se hecha casi 12 horas vendiendo, pero bien lo vale porque asegura que en un día fregón puede generar entre 1000 y 1200 varitos; en uno leve entre 400 y 500, nada despreciables.

Al Centinela Azul lo conocí hace más de 15 años en las exposiciones de lucha libre donde vendía sus máscaras, equipos y figuras que fabricaba de manera artesanal. Actualmente dejó de confeccionarlas a mano y ya usa la máquina de coser.

Con 18 años como luchador, Centinela Azul tuvo su primera oportunidad en los eventos organizados por Coco Rojo en Expo Máscaras, luego pasó a XML del buen Dollar y tuvo la oportunidad de presentarse en la empresa de los Perros del Mal del inolvidable Hijo del Perro Aguayo.

Luego de cuatro años de alejarse un poquito de los cuadriláteros, mi compita está en proceso de regresar de lleno.

Su hijo es su motivación y por él se quitó la pena de abordar a la gente para vender, y el niño también se gana su dinerito.

Foto: (Sergio Trejo. El Gráfico)