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Sus compañeros, al ver que tenía madera de luchador, lo motivaron a probar suerte en los cuadriláteros; sin embargo, seguía negándose, hasta que llegó su gran oportunidad.
“Una vez tuve una participación en lucha olímpica en la que gané el primer lugar, era el año de 1969. Mi cuñado también entrenaba y me invitó a las luchas, para mi sorpresa faltó un luchador y le dijeron que luchara, pero él dijo que mejor subiera yo, y aunque tardaron, me convencieron; sin querer ser luchador me quede 50 años en la lucha libre”, contó a El Gráfico.

(Fotos: Archivo)
Su primer nombre fue el Tiburón, después se puso Fortanell I que cambiaron a Fortanelli y Bello Fortanelli, para dar paso al Indio Chamula.
“Fue en Tulancingo, Hidalgo, donde el promotor “la Rata Vega” me bautizó —junto con mi compañero Ráfaga— como los Indios Chamula, porque no podía pronunciar mi nombre y lo llevo desde 1977 a la fecha. Sin quererlo, acabe con todo, como la pus, y estoy agradecido con la lucha libre porque a mí me dio todo sin querer ser luchador”, concluyó.