Querido diario: Nos mirábamos a los ojos mientras mis dientes desgarraban el pequeño empaque del condón. Yo con una expresión divertida en el rostro y él con los ojos entrecerrados por la anticipación. Era la primera pausa que nos dábamos desde que habíamos entrado besándonos a la habitación.
Hacía semanas que platicábamos por WhatsApp. Primero me decía cosas chistosas en el grupo ¿Te he contado que tengo un grupo de WhatsApp con puros lectores y tuiteros? Es un grupo divertido, compartimos memes, chistes, videos y, claro, pongo cositas sexys. Poco a poco he ganado amistad con amigos del Whats. Algunos se han hecho clientes.
Él vive en Guanajuato. Nos hicimos amigos entre mensaje y mensaje hasta que la cosa se puso cachonda. Pero como no es de aquí, para cuando al fin nos conocimos, en mi visita a León, ya teníamos tantas ganas de cogernos que casi nos saltamos encima.
No me costó nada colocarle el preservativo, arrastrándolo con un par de dedos desde la punta de su pene hasta la base. Arrodillada frente a sus piernas, me quedé allí para sostenerle la pieza rígida en posición, de manera que pudiera metérmela a la boca sin más. Primero me encargué de pasear mi lengua por su pene, dibujando círculos gruesos que le hicieron temblar al borde de la cama. Él parecía incapaz de separar su mirada de los movimientos de mi boca.
Apenas comencé a comerme su erección, él me retiró la cabellera y la puso tras mi oreja para poder ver mi boca devorando su sexo. Me gustaba la manera en la que se tensaban sus muslos cada vez que su erección alcanzaba mi garganta. Me encantaba demasiado ser penetrada una y otra vez.
Terminé echando la cabeza hacia atrás con un grito ahogado, recuperando el aire que había perdido durante la jornada, pero ansiosa por recibir lo que estaba por venirse. Me limpié el exceso de saliva en la comisura de los labios con el dorso de la mano, lista para ponerme en pie a pesar de que me temblaban las rodillas. Dulcemente, me cogió por la cintura posando un beso húmedo en mis pezones.
Emocionada e impaciente, me agarré a sus hombros para aterrizar sentada, finalmente, sobre su regazo. Más importante aún, sobre su pene. Él lo sostuvo por la base como una estaca, y en cuanto me penetró hasta el fondo me retorcí arriba suyo, atacada por un estremecimiento de placer. El siguiente gemido lo ahogué en su boca, ya que él me tomó por la base del pelo para atraer mi cara a la suya. Mientras nos besábamos apasionadamente, yo me encargué de montarlo con fuerza.
Me gusta mi grupo de WhatsApp. A quienes no he conocido ¿Qué te digo? son muy divertidos. A quienes ya me cogí. Ha sido delicioso.
Hasta el martes, Lulú Petite