Sueños eróticos con Lulú Petite

Lulú Petite sexo sexualidad

(Foto: Archivo, El Gráfico)

Sexo 18/07/2019 05:18 Lulú Petite Actualizada 11:00
 

Querido diario:  ¿Tú tienes sueños eróticos? Yo sí. A menudo. Anoche, por ejemplo, tuve un sueño tremendo. De esas veces que las cosas parecen tan reales, los besos tan precisos, el sabor de su sexo, la penetración perfecta, cruda, viril.

Coger en sueños es delicioso. Haces cosas que en la vida real quizás no. Te atreves a mucho y no te quedas con ganas de nada. En mi sueño me cogían a pelo y sentía ese sexo enorme partiéndome en dos y fabricándome un orgasmo intensísimo. Desperté empapada y ansiosa. Tan caliente que no podía pensar en otra cosa que en coger. Afortunadamente para mí (y para él) sonó mi teléfono.

Se llamaba Andrés. Era la primera vez que me llamaba. Un hombre de cuarenta y tantos, alto, moreno claro, guapetón. Con él me quité lo caliente que me puso el sueño. 

Apenas me abrió la puerta de su cuarto, brinqué a su cara para darle un beso. Me comí su boca mientras me desnudaba, toda puta, sin dar chance siquiera a presentaciones ni protocolos. Nos arrancamos la ropa, le puse condón y a la cama.

Arqueada sobre el colchón, clavé las uñas en sus muslos para afrontar el golpe de sus embestidas. Venían una tras otra, avivando el fuego que ya estaba encendido en mi vientre. Desde abajo podía ver cómo sus músculos entraban en tensión, cada vez que él intentaba adentrarse. Yo estaba completamente abierta y entregada, ida con cada estocada. Terminé echando los brazos hacia arriba en rendición, respondiendo a cada embate con un gemido alto. Él aprovechó para sujetarse a uno de mis pechos desnudos como soporte, y ese delicioso agarre de su mano tibia contra mi pezón erizado fue suficiente para desatar en mí la primera ola de placer.

Él se puso arriba de la cama con un gruñido, y me jaló por la cintura acomodándome encima. El segundo orgasmo ya me estaba cosquilleando de las piernas para arriba, y el cambio de posición me permitió buscarlo por mis propios medios. Clavando las rodillas a cada lado del cuerpo de Andrés, me dediqué a montarlo desesperada.  Con un grito de victoria, me dejé ir arriba de él, arqueando la espalda con una tensión que iba a tardar unos segundos en aflojarse.  

Sosteniendo su pieza por el tronco, me metí la punta en la boca para paladearla con gusto. Él jadeó ante este primer enloquecedor contacto. De a poco, lo que quería era ir metiéndome más y más… Hasta que el orgasmo lo sorprendiera en mi garganta. 

Hasta el martes, Lulú Petite

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