En Cuernavaca
Exquisitos machetes en La Banquetera de Morelos
Ármate con unas quesadillas de 70 centímetros para acabar con el antojo y llenar ese huecote en el estómago
(Foto: Archivo El Gráfico)
CUERNAVACA.— Doña Julia tiene unos machetotes de 70 centímetros que pueden acabar con el hambre de todos los que degustan del buen sabor mexicano.
Se trata de enormes quesadillas de huitlacoche, flor de calabaza, champiñones, longaniza con papas, tinga de pollo, de res y chicharrón en salsa verde, —la especialidad de la casa—, que van acompañadas de queso extra, si es que el cliente lo prefiere.
Su costo va de 50 a 60 pesos y pueden llevar hasta tres guisados, dependiendo del paladar de cada comensal.
El concepto viene desde la Ciudad de México y llegó a la “Calle del Taco”, Nueva Inglaterra 342, en la colonia Lomas de Cortés, de Cuernavaca, para “matar” el hambre.
“No está tan caro, el costo es de 50, 55 o 60 pesos, también tenemos gorditas y huaraches al gusto, pero los machetes son la especialidad de la casa. La jefa los trajo y, la verdad, son una novedad. A la gente que viene por primera vez, les llama la atención”, comentó Leticia Martínez, una de las empleadas.
Llevan apenas dos meses de haber llegado a la “Calle del Taco”, pero la aceptación sigue creciendo. En la cocina trabajan sólo mujeres que ya dominan el arte de hacer la tortilla para cada machetazo; cada una pone todo su esfuerzo y corazón para que los platillos tengan el mejor sabor.
Primero se toma un buen trozo de masa, se elabora un rollo largo y después se comprime varias veces en una máquina para hacer tortillas.
Para echarlas al comal se necesita de una servilleta para que el machete salga bien afilado y pueda acabar con el hambre.
“Todos los guisados son del día, se nos acaban y entonces comenzamos a preparar más. Las quesadillas están riquísimas, vengan a probar, no hay cliente que se vaya insatisfecho; quedan admirados por el tamaño”, asegura doña Julia.
Recomienda que los machetes lleven extra queso para darle más sabor al platillo.
El restaurante tiene un amplio espacio adornado con arreglos mexicanos para hacer más agradable el ambiente. Pero si no hay tiempo, también uno puede salir bien “armado”, llevarse sus machetes y llenar ese hueco en la panza.