“Llegando al clímax en Nochebuena, toda calienturienta por las ganas”, por Helena La Mala

Hola mis amores, ¡feliz miércoles! ¿Qué tal su Navidad? Acá, Nochebuena no hubo pues llegamos muy cansados y el frío estaba potente. Mi mejor opción fue enredarme en mis cobijas y pensar que en la mañana habría acción de recalentado.

Así que me dormí pensando en eso, en un buen trozo dentro de mí, dejando depositado todo su juguito. Así que en cuanto cerré los ojos, me pude ver a mí misma recostada desnuda sobre la nieve. El frío me provocaba mini calambritos, sobre todo en mis botones de gomita (mis pezones); ya saben, era cómo una galleta de jengibre, con las piernas muy abiertas y listas para ser usadas como aretes.

Comencé a sentir mis dedos fríos paseándose por mis labios menores, abriéndolos y masajeando mi clítoris; mis piernas temblaban cada que mi almendrita casi llegaba al clímax.

Mientras más trataba de masturbarme, más placer sentía pero sin explotar. Hasta que de pronto vi caminar hacia mí un muñeco de nieve... en verdad mí sueño estaba intenso.

Era como un hombre pero cubierto de nieve. Fue directo a lo suyo, metió su miembro congelado en mi cuerpo y cuando su puntita tocó mi centro, mi cuerpo se estremeció y se volvió loco. Una serie de orgasmos fue avanzando por cada centímetro de mi piel. Era como si todos esos orgasmos que estaban atascados en mí, se liberarán en cuanto él entró.

Estuvimos haciéndolo por algunos minutos pero su cuerpo frío comenzó a incomodarme, en si al resto de mi cuerpo porque mi almendrita era feliz de tenerlo dentro.

De pronto desperté, mi cuerpo no pudo resistir el frío porque la puerta del balcón se había abierto. Sentí mi almendrita hinchada y excitada. Así que tuve que despertar a don Heleno para darle candela a las ganas que yo traía.

Al final sí fue una noche muy buena, o madrugada diría yo, lo cual nos demuestra que no importa la hora para poder disfrutar con tu pareja.

Espero con ansias leernos la próxima semana que ya será un nuevo año. Les deseo todo lo mejor.