Venezolanos entre la ayuda, despreció y tranza de los vecinos cercanos al Metro Balbuena

Los alrededores de la estación del Metro Balbuena, en la alcaldía Venustiano Carranza, ya es conocida como “La Pequeña Venezuela”.

(Foto: Google Maps)

Las fondas ahora venden el “menú venezolano” pues llegan cientos migrantes de dicha nacionalidad, y muchas otras.

Sin embargo, algunos vecinos no se aconstumbran. “Sí da miedo pasar por ahí, llega mucha gente que no sabemos que intenciones trae”, una vecina de la colonia Moctezuma Primera Sección.

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El lugar es conocido por los camiones “pirata” que tienen su terminal ahí. Todos llegan de poblados del sureste del país, por 500 pesos que cuesta el pasaje.

Los migrantes llegan por cientos, “venimos de paso, en camión es más seguro que en La Bestia. Nadie nos molesta porque traemos un permiso para circular en México”, dice un salvadoreño.

(Foto: Adolfo Vladimir, Cuartoscuro)

Una vez que pisan tierras chilangas son abordados por una parvada de taxistas o gente que pretende timarlos. Hay taxis que les quieren cobrar 1500 pesos de Balbuena a San Lázaro. “Es la tarifa que se tiene”, reconoce uno. Esa actitud molesta a algunos de los vecinos, quienes mejor les recomiendan viajar en el Metro.

“Es gente abusiva, no sabemos su historia o por todo lo que han pasado para que dejen su país ¿y que lleguen aquí y los roben?”, comenta una vecina.

Algunos llegan con amigos o familiares que ya han empezado a trabajar aquí y ya tienen un departamento en renta. Los menos afortunados y que llegan solos, buscan una oportunidad en un albergue o en un bajopuente en la intersección de Troncoso y Oceanía.

No es albergue, pero ese espacio ya lo han hecho suyo familias enteras. Para evitar conflicto, el acceso es controlado y los mismos migrantes niegan el acceso.

“Hemos pedido vigilancia, policías que al menos hagan presencia pero no llegan, nadie les puede decir nada, ya están por toda la colonia”, dice Mariana, vecina de la colonia Moctezuma.

Ellos, solo piden comprensión y empatía; “nosotros no podemos decir nada, sabemos que estamos aquí de ilegales y que eso le molesta a la gente, pero no hacemos nada”, afirma un migrante,

La convivencia cada vez es más complicada, pues mientras unos hasta ya ofertan comidas de otras regiones, otros, simplemente piden que ya no lleguen a la colonia.