RELATOS ERÓTICOS

Así le cortaron la inspiración a Lulú Petite, en un sitio turístico

"Veo en el espejo del tocador a un hombre arrodillado frente a mí, con sus manos en..."

 

 

Así le cortaron la inspiración a Lulú Petite, en un sitio turístico

(Imagen: El Gráfico)

Sexo 05/03/2024 13:50 Lulú Petite Actualizada 12:34
 

Querido diario: Estoy de pie, frente a la cama, completamente desnuda y con las piernas abiertas.

Veo en el espejo del tocador a un hombre arrodillado frente a mí, con sus manos en mis muslos y su cara metida en mi sexo.

Es un hotel turístico, allí se hospedó el cliente. Es sábado en la mañana. En la habitación de al lado se escuchan las voces de niños gritando y jugando.

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No puedo evitar que el ruido me distraiga del buen trabajo que el cliente está haciendo entre mis piernas. Miro al espejo y veo su espalda ancha, su nuca, sus tríceps y sus manos apretar mis muslos y separarlos. Me concentro de nuevo en mi placer.

Siento su lengua pasearse por los pliegues y humedecer el botón de mi clítoris. Lo lame muy bien. Me aprieta las nalgas y siento sus dedos clavarse en mi carne, mientras su lengua me provoca un placer inmenso.

Siento que el orgasmo está por venir, pero el tipo para de comerme el coño y se pone de pie. Tiene el pito bien parado, enorme. Ya con el condón puesto. Me empuja suavemente, me dejo caer sobre la cama, con la mirada al cielo y las piernas bien abiertas.

Me levanta las rodillas, separa mis piernas y me la mete de un golpe. Siento un placer inmenso, pero también ese dolorcito rico cuando el tipo me parte en dos con su miembro.

¡Grito! Fue un gemido placentero pero intenso, de esos que retumban como campanario. Aprieto las sábanas y se hace un brevísimo silencio, seguido de unas carcajadas de los niños en la habitación de al lado.

No sé si se ríen de mí, conmigo o por coincidencia; pero si yo los oigo a ellos, seguro que mi gemido no les pasó inadvertido. Me pongo colorada, más cuando escucho a la madre, desconcertada, ordenarles que tomen sus cosas.

—¡Vamos a la alberca! —les dice.

Pongo la mano en mi boca para que no se oigan mis gemidos, mientras el vato me sigue cogiendo riquísimo. Es un alivio cuando los oigo irse, a la alberca, supongo.

Hasta el jueves, Lulú PetiteNo te pierdas mis novedades en mi página: lulupetite.net

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