RELATOS PICANTES

Un juego en el que el placer es la apuesta más alta, así lo siente en la cama Lulú Petite

Ella cuenta cómo fue que llegó a ésta conclusión en su vida

Un juego en el que el placer es la apuesta más alta, así lo siente en la cama Lulú Petite

(Foto: Especial)

Sexo 07/03/2024 16:20 Lulú Petite Actualizada 16:20
 

Querido diario: Tropecé con el placer como quien encuentra un tesoro. Era puro y luminoso, envuelto en la simplicidad de una cama compartida, en el orgasmo que brota sin aviso. 

El placer me enseñó que el amor, que el beso, que el sexo, en sus formas más puras, son un juego; un intercambio de miradas cómplices, de frases no dichas pero entendidas, de caricias que hablan más que las palabras. El sexo es más entendimiento que penetración.

Desde muy temprano en mi vida, el sexo se reveló como un juego donde el placer era la apuesta más alta. No hay reglas escritas, solo la certeza de que cada momento puede llevar al triunfo. 

En este juego, los besos y caricias son la moneda de cambio y cada orgasmo, el premio mayor. 

Jugar al amor era aprender a bailar bajo las sábanas, a encontrar el éxtasis.

Aprendí a amar los silencios, a encontrar placer en el simple acto de ser, de existir al lado de otro ser que follaba conmigo. 

Con paga o sin paga, coger fue dejarme besar, dejarme tocar, acariciar, lamer, ser penetrada, ser poseída. Todo para vibrar en sintonía. Alcanzar el orgasmo.

Entendí que el placer, el sexo y el juego se fundían en un solo camino hacia el autoconocimiento. El sexo me enseñó a encontrar que el placer de mi propia compañía podía tener un precio y ser un lienzo blanco para ser pintado por los colores de mis experiencias. 

El sexo me da para goza, pero también para comer, para vivir, para comprar, para contar, para escribir.

En la unión de sexo, placer y juego encontré mi vocación. El placer dejó de ser un momento efímero para convertirse en una constante. 

Coger es mi negocio: Acostarme con extraños, alimentarlos a besos, ponerles mis pezones en sus bocas, chupar sus falos, dejar que me penetren, recibir un pago justo por ese esfuerzo y, si todo sale bien, regalarles al menos un orgasmo por sesión, uno en el que exploten, toquen el cielo y gocen. Como quien encuentra un tesoro.

Hasta el martes,Lulú Petite.

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